No era una chica, era una mujer.
No eran cuentos, eran mis cuentos.
Tampoco se trataba de cuentos: eran mis propias historias, tristes verdades colgadas en un blog, disfrazadas de literatura por el simple motivo de que no se hacer otra cosa.
Siempre supo encontrarme.
Incluso cuando creí que todo estaba perdido, cuando decidí no escribir más, y a pesar de haber echo desaparecer mis cuentos, ella supo encontrarme.
Supimos encontrarnos.
Algunas veces aparecía en las noches, llorando, decía que me había leído, que yo la entendía.
No tenía muy claro que mierda pasaba, pero me sentía correspondido
Me sentía bien.
Yo escribía
Ella leía
Llorábamos a destiempo.
¿Suena muy cursi?
Sin embargo, jamás hubo nada entre nosotros.
Nunca tomé su mano, nunca me vi entre sus brazos.
Tampoco importaba.
Siempre estuvimos cuando el otro lo necesitó.
Y es que más allá de devolverme las ganas de escribir, y de darme un motivo para hacerlo, puedo decir que supo amarme.
Amar mis desamores, mi tristeza, mi soledad, y todo lo que pudo encontrar aquí.
Creía que eso solo pasaba en las historias de amor.
Que solo ocurría en los cuentos.
Así que escribí uno para ti.
Para nosotros.
-
Una chica que leía (mis) cuentos.
martes, 23 de julio de 2013
Publicado por DAguito De Lefént en 19:28 | 0 comentarios | Enviar por correo electrónico Escribe un blog Compartir en X Compartir con Facebook |