Ni una.
Ni su nombre
Ni su edad
Ni como está
Ni de donde viene
Ni si le gusta con o sin hielo.
Nada, los culiaos.
Pero le gritan, si, le gritan.
Que es bien maricón, que por qué no deja el pórtico, que corte el hueveo.
Y él, que igual debe ser medio hueón, los mira desde su trono
los mira como si entre aquellos y el pórtico hubieran tiempos espacios y dimensiones
y los putea.
Nadie habla de las mañanas frías donde barre el pórtico
aquellas donde arrastra las colillas hasta el abismo
donde deja su mundo reluciente y lo pisa y lo quiere
porque no hay nada más allá.
Como en los viejos cuentos de piratas
esos donde la tierra es cuadrada y al final hay un abismo con monstruos.
Tampoco saben de las noches que lo intenta
(abandonar el pórtico, me refiero)
Se venda los ojos y camina los tristes cinco escalones
uno
dos
tres
tres
tres
cuatro.
...
Quita la venda y se encuentra en el principio.
Y es que la vida, piensa, no es muy distinta.
Viviéndola a oscuras.
No hablan sobre esas tardes donde lloraba como una puta
donde abrazaba su pórtico y le susurraba preguntas
donde se calmaba después de oír las respuestas
y lo abrazaba y lo abrazaba y lo abrazaba
¿Alguno supo de esa mina,
la que iba al pórtico?
La que parece que le daba la pasada.
La que le preguntó por qué no dejaba aquél pórtico
La que escuchó un ¿qué hay de grandioso en ese mundo?
No, no cachan.
No sospechan que de cierta forma, todos tenemos nuestros pórticos.
Y que, de esa misma forma, no los dejamos, porque tenemos miedo de dejarlos.
¿Por qué el Chico del Pórtico no deja su pórtico?
Porque tiene miedo de dejarlo.
Aquello, es lo único que sabemos
De él, de nosotros y del mundo.
Así de triste.
No saben niuna hueá del Chico del Pórtico.
Yo tampoco.
-
No saben ni una hueá del Chico del Pórtico.
domingo, 15 de junio de 2014
Publicado por DAguito De Lefént en 18:26 | 1 comentarios | Enviar por correo electrónico Escribe un blog Compartir en X Compartir con Facebook |