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  1. Mario no entiende.

    miércoles, 20 de julio de 2011

    Sentí un olor a tierra en la cara, y comencé a reaccionar de a poco. Mi cuerpo comenzó a despertar lentamente, y cuando finalmente logré abrir mis ojos, dejé escapar unas palabras:

    - ¿Que mierda?...

    No tenia ni puta idea de donde estaba. No recordaba porque estaba durmiendo en el piso, y me veía demasiado decente como para que esto fuera producto de una borrachera, ni siquiera tenía la boca seca. No, no era el alcohol, no era la noche, era algo más.

    Decidí apagar mi mente por un rato.

    Realmente no lo decidí, simplemente, todo en mi se volvió un enorme silencio. Fueron mis ojos los que silenciaron todo, cuando comenzaron a mirar a su alrededor.

    Por todos lados había bloques hechos de ladrillos. Habían sectores verdes y por ellos paseaban enormes tortugas y todo tipo de criaturas extrañas. A lo lejos, se podían observar verdes montañas con formas falicas (nunca pensé que iba a usar la palabra falica enserio) las cuales poseían dos negros ... ¿Ojos?

    Si, ojos. Parecía que todo tenía ojos: las nubes tenían ojos, las montañas tenían ojos, hasta el sol llevaba una puta sonrisa enorme y unos lentes de sol, y por algún motivo, eso no me pareció tan raro en ese momento.

    - Que mierda ... ¿que fumé?

    Y mientras intentaba recordar un anoche del cual no estoy seguro si realmente existió, sentí unos pasos a mi espalda, y para cuando logre darme la vuelta, ya estaba demasiado cerca.

    Una gorda criatura color café que casi me llegaba a la cintura se encontraba justo a mi lado. Tenia una forma casi triangular, pero redondeado en las puntas; llevaba dos enormes ojos bajo otras dos enormes cejas arqueadas, y de su enorme boca, presentaba dos blancos colmillos que salían hacia arriba. Se acercaba rápidamente hacia mi, este era el momento, tenía que actuar, tenía que hacer algo, y como todo el valiente que soy, decidí echar a correr. Cuando me disponía a dar la vuelta, una sombra paso por sobre mi.

    Entonces el cayó sobre el monstruo, el cual quedo completamente aplastado; y vi su gorra roja, y su overol azul de mezclilla, y sus zapatos cafés, y su enorme nariz.

    - ¿Tu eres ... ?

    - ¡Mario!

    Confirmado, alguna mierda rara me fumé anoche, yo creo que hongos, quizá así todo esto tuviera un poco de sentido. De todas formas, aquí estaba, en el Mushroom Kingdom, junto a un gordo fontanero italiano, el cual deja notar demasiado su acento.

    - ¿Y quien eres tu?

    - ¿Yo? ... De Lefént.

    - ¡Mama Mia!, que extraño nombre.

    - Si, es que no soy de aquí.

    - ¿Vienes de el mundo 8?, una vez vi a un tipo parecido a ti en la cuarta etapa.

    - No, no, vengo de ... otra dimensión ... creo, o algo así, en el fondo, vengo de un lugar completamente diferente.

    - ¿Como, no hay mundos y etapas que pasar?

    - No la verdad, solo muchos lugares por los que tienes que pagar para visitar.

    - ¡Tallarines!, ¿y que hacen entonces?

    - No sé, la gente trabaja, estudia ... trabaja, ve tele.

    - ¿Tele?, ¿que es tele?

    - Una caja en donde vez las vidas de otras personas para así no detenerte a ver tu vida.

    - Mario no entiende ...

    - Yo tampoco amigo.

    Caminamos un rato por el camino de bloques, y mientras yo observaba este extraño mundo que me rodeaba, el seguía con sus preguntas.

    - ¿Y en tu mundo la gente no recoge monedas de la calle?

    - La verdad si, mucha, pero sin saltos ni golpeando bloques, solo se las piden a otras personas.

    - ¿Y esas personas de donde sacan las monedas que dan?

    - Se las ganan en trabajos supongo.

    - ¡Mama Mia!, pero que raro mundo es el tuyo.

    - El tuyo no se salva, no es algo muy lógico ir saltando por la vida y aplastando monstruos sin ningún motivo.

    - ¡Pero yo si tengo un motivo, una meta, debo encontrar y salvar a la princesa! -me dijo, sacando el pecho y sintiéndose orgulloso de su noble misión.

    - ¿Para que?, si siempre la vuelven a secuestrar. Ademas, ni si quiera están juntos.

    - ¿Entonces en tu mundo la meta es encontrar una princesa para estar juntos?

    - No ... bueno, creo que aveces.

    Se que su pregunta fue totalmente inocente, pero aun así, algo tubo que me amargó.

    - ¿Entonces tu meta no es encontrar y salvar a una princesa?

    - No, la verdad, creo que necesito una princesa que me salve.

    - Mario no entiende ...

    - No importa, ni yo lo entiendo muy bien.

    Seguimos caminando por el extraño paisaje, lleno de vida y ojos por doquier. Luego de ese ultimo tema, ambos permanecidos callados por un largo rato, pero a Mario algo no le había quedado claro, algo no le encajaba.

    - ¿Y que se hace todos los días en tu mundo?

    - Bueno una persona se supone que debe ir al colegio a...

    - ¿Colegio?, ¿que canellotis es eso?

    - Es un lugar donde te enseñan cosas y te hacen pruebas sobre esas cosas.

    - Ah... ¿y luego?

    - Vas la universidad, que es como el colegio, pero mas difícil.

    - ¿Y ahí termina el juego?

    - No, luego hay que tener un trabajo, que es como ir a la universidad, pero mas dificil, y sin aprender nada, solo pruebas.

    Mario llevó su mano cubierta por un guante blanco a su cara, y por su pose, asumí que se había puesto a pensar.

    - Entonces nuestros mundos no son tan diferentes.

    - ¿Porque?

    - Por mucho que valla a salvar a la princesa, siempre lo tengo que hacer de nuevo. Ahora la iré a rescatar, ¿y luego?, ¡lo mismo!, pero en modo difícil, y uno piensa que ahí acaba la cosa pero no, tienes que hacer lo mismo pero con una vida, ¡una vida! ... y así, siempre es lo mismo, pero cada vez mas difícil ... como si no hubiera una meta, como si no hubiera un final.

    Y es que, probablemente, no había meta ... ni final.

    Mario siguió saltando por doquier y lanzando caparazones de tortuga por todos lados, hasta me ofreció una pluma.

    - Toma, si la usas tendrás una capa y podrás volar, yo me quedare con el hongo, que se usa para crecer.

    - Que extraño.

    - ¿Que?

    - En mi mundo son los hongos los que se usan para volar.

    - Mario no entiende ...

    - No importa, dame eso -y le sonreí

    Me preparaba para alzar vuelo, cuando mire hacia el frente y vi como una de las caparazones rojas que tiro Mario rebotaba en una tubería verde, y se dirigía hacia mi.

    - Mierda.

    Cuando volví a abrir los ojos me encontraba en mi habitación, dormido en mi sillón, con el control de Wii en las manos y una vieja versión de Mario, quizás el primero, en la pantalla del televisor.

    Comencé a apretar botones y a jugar, y entonces, lo dejé de hacer.

    Y me pregunté porque lo hacia, porque quería llegar hasta el final, pero no encontré respuesta. Entonces, deje el control a un lado, y mire a Mario, al Mario pixeliado de la pantalla, y esperé.

    Dejé de apretar los botones, esperé a ver que hacia cuando no lo movía, espere a ver si se atrevía a seguir aplastando monstruos o si solo quería volver a ser un simple plomero, o si le dejaba todo el trabajo a su hermano Luigi, o si se atrevía a enamorar a su princesa.

    Pero no hizo nada.

    Y eso me decepciono un poco, pero le di una oportunidad. Después de todo, quizás como todos, el no sabe cual es su meta, y solo necesita tiempo, tiempo para conocerse, para encontrar su meta, y saber si de verdad quiere pasar su vida cada vez mas difícil, o si quiere enamorar a su princesa, o simplemente, mandar todo a la mierda y ponerse su capa, para volar y buscar estrellas.

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