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  1. miércoles, 26 de agosto de 2015



  2. Sueño culiao malo.

    domingo, 23 de agosto de 2015

    Iba en un asiento de atrás, justo el del medio, de esos que te mandan a la mierda si al micrero se le ocurre frenar.

    No era especial, tampoco bonita. No se transformaba en robot gigante ni viajaba en el tiempo.

    Era simplemente una micro.

    - Puta el sueño malo -dijo el tipo que estaba a mi lado.

    - ¿Que sueño? -pregunté.

    - Este po, penca la hueá de sueño.

    - ¿Estamos soñando?

    - Tu estái soñando, si yo estuviera soñando estaríamos en la playa, con unos vinitos y tres maracas.

    - ¿Por qué tres?

    - ¿Por qué no?

    Pasamos sobre un lomo de toro. Yo salí volando y me saqué la mierda. Los pasajeros y unas minas muy ricas se reían y me apuntaban. Volví a mi asiento.

    - ¿Y porque sueño que voy en una micro con un hueón que me putea por soñar que voy en la micro?

    - No sé, de ahueonao supongo.

    - Comprendo.

    - ¿Una chela?

    - Bueno.

    Sacó una cerveza del refrigerador, estaba bien helada. Afuera había un sol de mierda, y a esa hora daba a mi lado de la micro. Pensé en los últimos meses de mi vida y descubrí que siempre me daba el sol: en el metro, en la micro, en los autos, en las filas para cualquier tipo de mierda. Hay gente, la mayoría, que hace lo posible por hacer de sus vidas ligeramente menos miserable: Ponen el reloj a las 6:05 en vez de a las 6, embisten tu ánimo inerte en la mañana por un asiento en el metro o simplemente se sientan al lado que da sombra. Yo había desistido, hasta en sueños. No habían ánimos de intentos de ánimos: todas las batallas estaban perdidas, como la del peluquero y la del médico, la filosofía y hacer la cama.

    - Cuesta quina.

    - Pero si es mi sueño.

    - No pagaste ni la micro hueón cagao, comprame una chela nomás.

    Le pasé una moneda y tomé la cerveza, di dos tragos largos. Vino un fiscalizador. Me quitó la cerveza y le dio un trago.

    - ¿Y tu pase?

    - Acá está.

    Estiré la tarjeta y la miró mientras apretaba la lata.

    - Esta es una licencia de conducir.

    - Pero si yo no se manejar, no tengo ni auto.

    - Ah no se yo hueón; es tu sueño, no el mío.

    - Pero...

    - Ya, bájate, se acabó el sueño.

    - Pero si yo ...

    Apareció otro fiscalizador, con un paco, un guardia del metro y otro del mall. Entre los 5 me golpearon y me arrojaron por la puerta trasera.

    Antes de tocar el piso desperté.

    Encontré una cerveza abierta sobre el velador, al borde de la ebullición.

    El sol entraba a gritos y reventaba huesos y ventanas.

    Cerré los ojos esperando que el calor me sacara de la cama en otro momento, en otra vida.

    Me encontré en un paradero, con una licencia de conducir en la mano.

    Me encontré en un paradero, con ánimos de otra pelea.