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  1. Lluvia ... y relaciones de mierda.

    domingo, 28 de agosto de 2011

    Nadie puede decir que no, ya que alguna vez (y eso es una exageración, ya que pasa muy a menudo), todos hemos conocido a esa pareja.

    Esa detestable pareja.

    Son dos personas que llevan una relación en constante desequilibrio. Dos personas con abrumadoras cifras de "te amo" al día, cifras que solo se comparan a su cantidad de peleas semanales.

    Esa detestable pareja que mantiene el patrón de: pelear, terminar, volver, estar bien, pelear, estar a punto de terminar, reconciliarse, estar bien, pelear, terminar, volver ... y así en un orden que varía según el tiempo que lleven.

    Resulta que yo me demoré mucho en percatarme de que un amigo mio era una de esas personas, y cuando finalmente lo descubrí, le pregunté sobre el tema.

    - ¿Y como estay con la Isi?

    - Bien, bien, ¿y tu?

    - ¿Con la isi?

    - Si conchetumadre ... con tu mina po

    - Ah ... no, no tengo.

    - Es difícil creerte esa huea a vo, además, ¿que paso con esa que siempre andabai llamando? ... Ro...

    - Rosseta.

    - Si, ella, ¿no pasa nada?

    - No, ya no nos vemos mucho.

    - ¿Y porque?

    - No todos somos tan buenos en estar tanto tiempo con una sola persona, supongo.

    - Es que a la Isi yo la amo, esa es la diferencia.

    - Si ... pero mira, no te lo tomes a mal, no es de mala onda, pero tratare de ser directo.

    - Dime...

    - Es que ... su relación se ve ... como la callampa.

    - ¿Porque hueón? -dijo, alzando la voz

    - Porque no sé, pasan peleando; siempre están discutiendo, eres muy celoso, ella también ... no sé, no entiendo como pueden seguir juntos.

    - Porque nos amamos.

    - Hasta el amor se aburre de que lo tengan pa el hueveo...

    - No es eso, pero es normal que las parejas peleen, ¿no?

    - Si eso esta bien, pero no que sea lo constante.

    - Tampoco peleamos todos los días...

    - ¿Como cada una semana entonces?, y no son peleas suavecitas...

    - Es que es algo necesario.

    - ¿Porque?

    - Porque así nos desahogamos cada cierto tiempo. Nos guardamos las cosas generalmente, pero llega ese momento donde peleamos y toda esa mierda sale, porque ... puta, no tengo que explicarte que es necesario que la mierda salga.

    - No pero tu y tu polola no son un sistema digestivo ... o un culo.

    - Me refiero a que todo eso malo hay que sacarlo cada cierto tiempo, y luego, solo queda el amor, el se encarga del resto.

    Aunque la analogía de la mierda parecía tener sentido, no me convencía del todo, y es que, aunque la idea de "relación" que tengo, no sea la ideal (ni la mas sana), no cabía en mi que en esta el discutir frecuentemente fuera un requerimiento básico.

    Les cuento todo esto, porque hace unos días llovió. Si, se que no es nada fuera de lo normal, pero me hizo acordarme de mi amigo y su novia.

    Ellos dos me recordaban un poco al cielo de Santiago. Casi siempre estaban "bien" aunque se encontraban bastante contaminados. Cada cierto tiempo discutían, y cualquiera pensaría "bien, paremos esta mierda, no quiero contaminarme mas", pero no, ellos dejaban que la lluvia despejara toda esa contaminación, y todo parecía estar bien de nuevo, pero nadie barría el suelo. Entonces toda esa mierda volvía a subir a subir al cielo, hasta el punto que fuera necesario otra lluvia, y así siempre seguirían, acumulando mierda y volviendo a despejarla, hasta que algún día uno tuviera valor y se atrevería a barrer sus calles, a limpiarse, por fin descontaminarse.

    Pero eso pocas veces pasaba, bajarse del cielo a ensuciarse las manos no es fácil. Ni para ellos, ni para mi, nunca lo a sido.

  2. Eterno.

    martes, 23 de agosto de 2011

    Era yo pequeño, en esos tiempos en que aun me dejaba abrazar por mi madre.

    Estábamos de vacaciones en alguna ciudad del norte (la cual no recuerdo por mi corta edad). Lo único que recuerdo es una pequeña conversación, y un inmenso cielo estrellado que parecía extenderse hacia la eternidad. Entonces le pregunté:

    - Mamá, ¿hasta donde llega el cielo?

    - Es infinito.

    - ¿Que es eso?

    - Que no terminan nunca, no tienen un fin, son eternas.

    Y aunque no comprendí del todo lo que intento decirme ella, no me importó, y seguí mirando a las estrellas.

    .


    Partiendo por lo poco que se de matemáticas, se entiende que cuando cero se divide por cero, el resultado pasa a ser infinito o indefinido.

    - No tiene solución -decía mi viejo, mientras me intentaba explicar algo que ya no recuerdo.

    Entonces entendemos que hasta en una ciencia dura como las matemáticas existen problemas que no tienen solución.

    Ahora empecemos.

    ¿Se han detenido a pensar en todo lo que aprendemos en nuestra vida?

    Aunque no lo parezca, y la mayoría intente no hacerlo, es mucho. Día a día aprendemos algo nuevo, pasando por como llorar para llamar la atención de nuestros padres, tomar un tenedor, meternos a la ducha, hablar, comer, besar, ignorar, manipular, o cualquier otra acción que le acomode. Pero en cierto momento de nuestra vida, pasamos a entender el "aprender" por la aplicación del conocimiento y la búsqueda de respuestas, el cual en nuestro sistema, se mide con puntajes y notas.

    Y con el tiempo, estas mismas cosas son las que nos van quitando las ganas de aprender, y ya no somos como cuando pequeños, como esa vez en que aprendimos a leer, ¿recuerdan como inventábamos leer todo?, libros, publicidades, letreros, ¡todo! ... por que nos gustaba.

    Eso se debía tal vez, a que nadie nos exigía respuestas, respuestas que hasta el día de hoy, sigo sin encontrar.

    Es entonces que vuelvo hacia atrás, a terminar la conversación de la cual adjunte una frase de mi padre en el inicio.

    - No tiene solución -decía el, luego de haber estado resolviendo cerca de 15 minutos un ejercicio que parecía infinito.

    - ¿Entonces?

    - Ahí esta el resultado, ese es, infinito.

    - ¿Pero como?, eso no es un resultado.

    - Eso es, hijo.

    Pero yo no deje de sentirme insatisfecho. No tenia sentido, "infinito", mierda, eso no era una respuesta, eran infinitas respuestas, ¿que sentido tenia una respuesta que no resolvía nada?

    Eso pensé, hasta que me di cuenta que no era necesaria. Que no todo tiene solución en la vida, ni si quiera lo que debiera, que siempre habrán mas preguntas que respuestas, y que el sistema que odié por cambiar mis ganas de saber, me había terminado cambiando.

    Lo que intento decir, es que no se dejen. Que intenten ser como cuando eramos niños, que aprendan por que quieran y no porque se los impongan, que cuenten con los dedos si eso les ayuda, que no se concentren en saber que es un diptongo ni que es un teorema, porque por mucho que lo parezca, no otorgan verdaderas respuestas, y si las otorgan, no serán a tus preguntas.

    Que vuelvan a ser como cuando mirábamos las estrellas, y nos maravillábamos sabiendo que eran infinitas, y que jamas las podríamos contar.

  3. El instructor en la cima (intento de obra).

    lunes, 22 de agosto de 2011

    En el fondo se encuentran pistas para esquiar, un andarivel, muchas personas y turistas con joyas en la nieve. En la parte delantera del escenario, se encuentra De Lefént con un amigo, y al rincón, un instructor de esquí.

    Primera Escena

    De Lefént: (indeciso) ¿Bajemos por esa pista?

    Amigo 1: Vamos po' negro culiao (ambos se dirigen hacia el rincón)

    Instructor: ¿Chicos, van a tomar clases?

    De Lefént: No, gracias (amablemente)

    Amigo 1: Ya, vamos (a lo que a De Lefént se le cae un bastón)

    De Lefént: Espera hueón (intentando recoger el bastón, sin conseguir éxito)

    (Entran unos niños pequeños que parecen no entender lo que pasa, ni porque están en la nieve y no en el colegio, y delante de ellos, una profesora.)


    Segunda Escena

    Profesora: Estos son todos.

    Instructor: ¿Tan pocos?, pero si tengo 15 inscritos para clases de esquí.

    Profesora: Pero estos son los que llegaron.

    Instructor: (Molesto) bueno.

    (Mientras el instructor le grita a los niños para que aprendan, De Lefént y su amigo continúan intentando recoger el bastón del suelo, aun sin éxito)

    Instructor: (Irónico) Tantos niños que faltan a las clases y después andan esquiando sin saber siquiera agarrar los bastones ...

    De Lefént: Siempre eh sido mi propio maestro y en consecuencia, mi mejor alumno.

    Instructor: (Riéndose) Si, se nota.

    Amigo 1: (Acercando el bastón a los pies de De Lefént) ¡Agarralo negro!

    De Lefént: ¡Lo tengo! (grita con aire victorioso)

    Instructor: (Riéndose malvadamente) Ya era hora.

    De Lefént: Si, lo hice solito ... y eso que a mi no me pagan por niño que asista a la clase.

    (Entonces el Amigo 1 se hecha a reír, y el Instructor intenta disimular su humillación. Se da vuelta y ve a los niños jugando con bolas de nieve, todos sin esquís. Finalmente, De Lefént reflexiona en que siempre se a comentado que la gente de mas arriba trata mal a los que vienen de mas abajo y en que solo les importa lo que ganaran de eso, pero el espectador nunca se enterará, ya que De Lefént nunca lo dijo, y todos están demasiados concentrados mirando el culo de una turista brasileña)

    Cae el telón.

  4. Señora Directora.

    viernes, 19 de agosto de 2011

    Señora Directora:

    Antes que nada, disculpe si es que en realidad su cargo no es el de directora, pero a mi parecer, ese era el nombre adecuado. Junto a la comunicación que mando mi madre excusando mi inasistencia el día de ayer (la cual explica con un pobre "motivos personales"), quise agregar esta carta a modo de respuesta de la charla que nos dio a mi y a mis compañeros el día de hoy.

    No se ofenda, ni se sienta atacada; al contrario, es solo una respuesta a la pregunta que nos formuló a mi y a mis compañeros.

    - ¿Que les pasa?

    Esa creo que fue, buscando entender el porque de nuestro mal rendimiento, de nuestra falta de esfuerzo, y creo que la respuesta logró casi ser unánime: no hay motivos.

    Si, no tenemos ganas. Estamos cansados, algunos mas que otros, otros solo están aburridos, y algunos, como yo, simplemente no tenemos un motivo que nos haga seguir queriendo estar ahí. Yo se que usted, al igual que muchos otros, esta preocupada; preocupada por nuestro desinterés, por nuestra ausencia de metas, de planes, de sueños, pero aunque no lo crea, en mi caso personal no es nada grave.

    Puede ser, señora directora -reitero mis disculpas si ese no es el caso-, que mi falta de planes a futuro, mi perdida de ganas, mi ausencia de sueños, parezca algo terrible en una persona de mi edad y mi condición, pero no es así.

    ¡Y no!, no tengo ni una puta idea de lo que haré de aquí a algunos años, y la verdad, ni siquiera mañana, pero si se, a diferencia de muchos, porque asisto cada día a su respetable institución.

    Para que mis padres no molesten, y yo pueda seguir cantando.
    Para poder sentir el viento a la salida, y leer un libro en casa.
    Para en las noches poder escribir, y en algunas otras emborracharme, y vomitas mis sabanas.
    Para poder enamorarme sin que nadie pida un porque, y para poder estar con mujeres que me quieran.
    Para poder brindar con mis amigos, y no hacer nada en matemáticas.
    Para rayas las mesas en las pruebas, y lograr suspensiones.
    Para sacar un cigarro por cada ridícula vuelta de esa ridícula unidad de educación física.
    Para poder disfrutar todos estos años, haciendo creer a todos que preparo un futuro.

    Esas son mis anti-metas, y es lo único que puedo ofrecerle señora directora. No crea que estoy siendo irreverente, o rebelde, pues la verdad no creo tener la astucia ni el valor para ser alguna de esas cosas, solo soy un alumno mas entre la masa de desmotivacion que maneja, y lo único que deseo, es que nadie me moleste.

    Me disculpo si es que le parece que me estoy burlando o atacándola, pero créame, que es de las pocas mujeres que han tenido la fortuna de recibir solo palabras sinceras de mi parte.

    Como ultimo punto, se que intenta guiarme por un camino, y de verdad se lo agradezco, pero no lo haga, pues no tengo idea de que sera lo que haré mañana, y honestamente, creo que usted tampoco.

    Se despide

    De Lefént.

  5. El Heroe.

    jueves, 18 de agosto de 2011

    "Vemos a alguien en problemas y desearíamos poder ayudar, pero no lo hacemos.
    En el mundo en el que vivo, los héroes solo existen en los cómics.
    Supongo que estaría bien, si los malos que nos acosan también lo hicieran, pero no es así"
    Kick-Ass


    Iba yo tarde, como pocas veces.

    No encontré ningún paraguas, por lo que me puse un gorro para evitar la lluvia, unos cigarros para el frío, y las monedas que encontrara para la micro. Cuando salia de la casa, mire al cielo para ver las nubes, y por un instante, creí ver algo como una estrella fugaz, como una estela brillante, una flama en los cielos ... pero no había nada.

    Estaba ya en la micro cuando se subieron extraños seres

    - ¡Permiso Tío! -dijo uno de los tres subían

    - Pasen hueónes barsas ... -dijo a voz baja el chofer, como en señal de una pequeña protesta

    - ¿Que hueá dijo el viejo culiao? -preguntó uno

    - ¿Dijo algo el hueón? -agregó otro con rabia, mientras dejaba sonar su celular con su melodiosa música por todo el lugar.

    - Deja al viejo hueón, que nos diga alguna hueá.

    Casi una escena de pelicula; el chofer se dejaba encoger de hombros para no meterse en problemas, los "chicos malos" abusaban, el chico que observaba y se debía levantar y hacer justicia -yo- estaba en posición.

    Pero nada pasó, en la vida real no existían los héroes, y si llegaran a existir, yo no era uno.

    - ¿Y vo que mirai pokemon?

    - ¿Yo?, nada, la nieve -hasta ese momento no me había percatado que todo fuera de la micro era blanco.

    - Te meo pokemon culiao -decía, mientras se iba a la parte trasera de la micro (unos estudios basados en mi opinión y en lo que yo pienso, indica que estos seres tienen una extraña atracción por las partes traseras de las micros, quizás por el olor a humo y orina que acostumbran a sentir entre ellos)

    - Señores pasajeros mi intención no es molestarlos, pero quiero pedirles una coperación para comprarles audífonos a los flaites de atras ... -me dije a mi mismo, como una especie de pequeña protesta, imitando al chofer.

    No me di cuenta cuando se acercó, pero lo que si sentí, fue un enorme golpe en la cabeza.

    - ¡Te creis muy chistoso engendro culiao!

    Fue entonces que me percaté de que -como normalmente ocurre- no había hablado para mi, y había pensado en voz alta.

    - !Ya bájense todos los hueones! -dijo el chofer, encontrando en mi la excusa perfecta para deshacerse de sus amorosos pasajeros.

    Otro héroe... -pensé

    Cuando estaba ya abajo, en lo único que pensaba era en que no tenia plata para otra micro y en que era lo que tenia que hacer, pero aun quedaban cosas por resolver.

    - ¡Gracias engendro culiao! -escuché, antes de sentir el golpe en la cara, uno bueno, por cierto.

    De ese momento en adelante, todo fueron golpes. A unos cuantos metros a mi derecha se encontraba un paradero lleno de gente, a mi izquierda, un local con casi 5 personas comprando, a mi espada, una calle donde por cada golpe que recibía pasaban 11 autos.

    Y nadie se detuvo.

    Al tiempo que descubría mi increíble resistencia a los golpes y pensaba en como salir de allí, algo calló del cielo.

    Era un joven, un poco mayor que yo; con el pelo negro, la tez clara, una camisa manga corta roja a cuadros, unos jeans con hoyos, un piercing, e inmensas llamas saliendo de sus piernas y brazos.

    Cayó al suelo y corrió en dirección al tipo que se encontraba en frente mio, derritiendo la nieve que irrumpía su paso. Cuando lo tubo enfrente, lanzo su puño llameante contra la cara del tipo, dejándolo en el suelo. Los otros dos ya habían salido corriendo para cuando logré reaccionar.

    - ¿Estas bien?

    - Eh estado peor -le respondí-, gracias.

    - De nada.

    - En la mañana creí ver una llama en el cielo ... ¿eras tu?

    - Si, es que no me gusta mucho irme en micro al colegio, y aveces me voy así.

    - ¿Vas al colegio?

    - Obvio, algo tendré que estudiar, no creo que de superheroe me paguen mucho.

    - Lastima ... ¿y eso es lo que eres, un superheroe?

    - Bueno no se si un superheroe, pero cuando puedo ayudar lo hago.

    - ¿Y como conseguiste tus poderes?

    - Es una historia larga, y la verdad, ni tan interesante.

    Yo observaba las huellas que dejo en la nieve, en como la había derretido al pasar.

    - ¿No te asusto?

    - No, a todos nos gustan los superheroes.

    - Si pero ... no soy normal.

    - Una vez conocí a un vampiro, tampoco me dio mucho miedo.

    - Entonces creo que ninguno de los dos es normal -dijo al tiempo que sonreía- Bueno, ya me tengo que ir, cuídate, y trata de hacer que los flaites no te maten.

    - No prometo nada.

    El chico se preparaba para volar cuando le lancé una pregunta.

    - ¡Oye!

    - ¿Si?

    - Porque ... ¿Porque ayudas a las personas?

    Mi flamante nuevo amigo se quedó un rato pensando, hasta que contestó.

    - ¿Conoces a Spider-Man?

    - No en persona, pero si.

    - ¿Sabes por que pelea?

    - Por lo que le dijo su tio Ben.

    - ¿Y Batman?

    - Por la muerte de sus padres.

    - ¿Y Superman?

    - Creo que por lo mismo.

    - ¿Y el Punisher?

    - Venganza.

    - ¿Lo entendiste?

    - No.

    - Todos ellos tienen algo por que luchar, un motivo.

    - ¿Y? -pregunté desconcertado.

    - Que no es necesario tenerlo. Que no tiene que ser una gran responsabilidad, ni una venganza, ni una redención, ni por que hirieron a un ser amado el motivo por el cual hagamos lo correcto. No tengo un motivo para ser un héroe, no debo tenerlo, de eso se trata talvez ser un héroe ... luchar y arriesgarse por los demás, por el simple hecho de que es lo correcto.

    - Ahora entiendo.

    - Todos tienen la idea de que se necesita una gran convicción, o un gran poder para ser héroes, pero si todos decidiéramos hacer lo correcto por que es lo correcto, quizás todos podríamos ser héroes, y entonces, serian los villanos los que solo existieran en las historietas y películas.

    Entonces el se hecho a correr, y en unos instantes, se volvió una llama en los cielos. Yo recogí mi mochila, y al ponérmela, pensé en ella como una capa, mire la calle, di unos pasos, y comencé a volar. Al poco rato caí a tierra, pero lo sigo intentando, cada día, hasta que logre alzar vuelo, y de a poco, comenzar a ser un héroe.

  6. La Isla de Los Sueños (Parte 1).

    miércoles, 17 de agosto de 2011

    Fue el día que mas cerca del mar estuve.

    El viento soplaba al punto exacto entre suave y fuerte, y mi pelo se movía mientras yo hundía mis pies en la arena.

    - Esta húmeda -dije, sin darme cuenta que pensaba en voz alta.

    Iba a sacar un ultimo cigarro cuando me di cuenta que el ultimo que había sacado, efectivamente había sido el ultimo.

    Decidido a irme, mire una ultima vez la puesta de sol.

    - No va a llegar ... ni siquiera existe, como los sueños -me encontré diciendo nuevamente en voz alta.

    Pero quizás, como toda historia, se entienda mejor si es que la cuento por el inicio.




    Fue una de esas pocas veces en que me acerqué al mar, por que algo tiene que me ahuyenta.

    Yo daba vueltas por la arena, y hacia como que miraba lo que ofrecían las ferias artesanales (de las cuales tengo la teoría de que se encuentren al sur, al norte, en la costa, o en la capital, siempre enseñan lo mismo).

    - Consulte nomas joven -me dijo una anciana, con una voz calmada

    - No gracias, estoy mirando nomas -e intente esbozar una sonrisa

    - ¿Te gustan los colgantes? -lanzó al tiempo que observaba los que llevaba a mi cuello

    - Si, bastante la verdad.

    - Creo que tengo algo que te va a gustar.

    Antes de que pudiera encontrar la manera mas cortés de pedirle que no buscaba nada, la anciana abrió una caja con cubierta de cuero y comenzó a enredar sus delgados dedos entre los cordeles de un montón de collares y colgantes que guardaba en la caja. Dentro albergaban miles de piedras de distintos colores, y casi daba la impresión al ver sus largos y delgados dedos entre las piedras, de que era un pulpo moviendo sus tentáculos por el coral.

    - Toma -me dijo decidida- este te va a gustar.

    Y si que tenia razón la vieja. Era una piedra semi transparente (como estas de vidrio que se encuentran de adorno en las casas) de un anaranjado cálido que parecía haber guardado una puesta de sol dentro de ella. No tenia una forma concreta, si se observaba detalladamente, no era mas que una piedra ordinaria, pero cuando la veías fijamente, por un instante, casi podías sentir un sol de enero.

    - ¿Que piedra es esa? -fue lo único que logre articular

    - Es una piedra de la Isla de Los Sueños, muy difícil de encontrar.

    - ¿La Isla de Los Sueños?

    - Si, cuenta una historia que existe una isla donde se encuentran todos los sueños de las personas, todo lo que siempre han deseado.

    - Señora ... ¿usted a visto muchas veces los piratas del caribe?

    - No, solo persigo mis sueños, algo que parece hacerte falta.

    Ambos nos quedamos en silencio. Ella buscaba mi mirada, como intentando encontrar mi reacción, yo solo miraba la piedra ... la puesta de sol.

    - Dicen que cuando te estas acercando a la isla, toda el agua parece tomar el color de estas piedras. Los que han llegado cuentan que a la puesta de sol, parece que el astro rey se hubiera desmembrado, y que sus partes se hubieran hundido en el mar, reflejándose en cada parte de este, brillando desde las profundidades.

    - Pero, ¿y de donde sacan las piedras?

    - Están al fondo. Tienes que hundirte al mar y llegar hasta lo mas profundo, entonces, toma una piedra, y cuando vuelvas a la superficie, la podrás ver brillar ... y será tuya.

    Pensaba en lo ridículo que sonaba todo; los sueños, las piedras brillantes ... pero cuando volvía a fijar mis ojos en ella, parecía que todo fuese real, como una suerte de romance, en el cual todo te parece ridículo hasta que logras sentirlo.

    - Entonces ...

    - ...

    - ¿Te la llevas?, son dos lucas.

    Creo que eso mato un poco la magia del momento.

    - ¿No se supone que debo yo conseguir la mía?

    - Claro, solo si es que crees en los cuentos de una vieja que vio muchas veces los piratas del caribe.

    Sonreí.

    - Entonces, ¿como llego?

    - Hay un viejo marinero que pasa con un gran bote cada cierto tiempo, recoge a los que quieran ir a buscar sus sueños. Lo puedes encontrar en la puesta de sol, por el lado de la playa donde la arena siempre se siente húmeda.

    - ¿Y si no llega?

    - Entonces quizás todo esto fue un sueño.




    Aquí me encontraba, decidido a marcharme, pensando si es que todo había sido un sueño, y en la utilidad de estos.

    - Deja de soñar, De Lefént -me dije

    Y Cuando me disponía a darle la espalda al sol, lo escuche llegar.

    Así fue que empezó.


  7. Las plumas.

    domingo, 14 de agosto de 2011

    Me encontraba en Curauma, un lugar descrito por mis anfitriones como un "pueblo-nada-zona" de Valparaiso. Cuando iba allá no hacía mucho, generalmente nos quedábamos jugando videojuegos todo el día y aunque no suene como lo mas divertido, toda esta falta de movimiento tenía algo que me encantaba.

    Nos llamaron a almorzar, y mientras bajabamos las escaleras, una criatura negra y peluda comenzó a jugar con mi pierna.

    - ¡Bianca, sale! -escuché la voz de mi amigo, a la vez que tomaba en brazos a la pequeña Bianca y la llevaba al patio trasero.

    - ¿Bianca?

    - Si, la compramos un poco después de que se muriera la Diana.

    - Ah...

    El día que murió la Diana yo estaba acá. Despertó muerta, cuando mis amigos la fueron a ver pareció que a nadie le importaba, y cuando su madre les preguntó si querían otra perra uno de ellos respondió:

    - ¡Que chucha!, ¿acaso si se muere la abuela vamos a comprar otra?

    Y ahí estaba, un reemplazo.

    Nos fuimos sentando, y mientras servían un plato que no recuerdo que tenía, mi tía se dio cuenta de que miraba demasiado a la pequeña Bianca.

    - Bonita para ser una kiltra.

    - Si, es simpática.

    - Es que nos hacia tanta falta compañía desde que se fue la Diana.

    - Si ... supongo que por eso no eh tenido mascotas.

    - ¡Pero si tu tuviste mascota! -interrumpió mi vieja

    - ¿Cual?

    - Una catita.

    - ¿Esos pájaros?

    - Si po

    - ¿Y cuando me compraron eso?

    - No te la compramos. Erai chico, un día jugabai en el patio y llegó la cata, tu fuiste a buscar una caja de zapatos y la atrapaste, luego te la quedaste. Me acuerdo que también le compraste una jaula y ahí la tuviste en tu pieza.

    - ¿Y después?

    - Se murió.

    - ¿Como?

    - Porque esos pájaros se mueren si no están en pareja.

    - ¿Enserio?

    Todos rieron.

    - Como no sabis eso hueón, con razón se te murió -exclamó alguien, entre risas.

    Pero yo pensaba en como la soledad podía matar a algunos animales, y en nosotros como animales.

    - ¿Y si yo la hubiese dejado libre no se hubiera muerto?

    - Quizás -respondió un amigo-, las Catas buscan una pareja y se quedan con ella hasta morir, pero mueren muy jóvenes si no encuentran a la pareja.

    - Que apasionados.

    - Que biológico.

    Entonces todos nos retiramos de la mesa, y volvimos arriba.

    Jugué un rato, pero me quede dormido rápido, como sin ganas de seguir despierto.

    Empecé a soñar contigo.

    - ¿Que pasa, idiota?

    - Nada, solo quería verte...

    - Tan llorón que saliste.

    - ...

    - Yo también quería verte -susurraba, mientras me dedicaba una sonrisa.

    - Hoy me contaron que tenia una cata y que ...

    - Se murió sola.

    - Si, y me preguntaba, si es que eso le puede pasar a las personas.

    - ¿Y porque la pregunta? -mientras me lanzaba una mirada coqueta.

    - Por que yo creo que me voy a morir de soledad, como la cata.

    Entonces Rosseta comenzó a reír, como si fuera lo mas ridículo.

    - No te vay a morir de soledad, no eris un pájaro ... no entero al menos -dijo mientras reía-, nadie se muere de soledad.

    - Pero y si ...

    - Pero y si nada, no te va a pasar nada hueón.

    - Bueno.

    Entonces desperté, y todos dormían. Miré hacia la ventana y supe que ya era hora de ponerme en pie, cuando ya lo estaba, sentí algo en mi espalda.

    Una pluma.

    Mire a la cama y ahí estaban: un montón de plumas verdes ... mis plumas.

    Las tome una a una y las guarde en mi bolsillo, por si un día me atrevía a levantarme, y pegarlas a mis brazos, salir de mi jaula ... ir a buscarte.