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  1. Desmentidos.

    martes, 24 de julio de 2012

    Hace algunas semanas recordaba a una amiga que cuando miraba al cielo siempre decía distinguir planetas, lo que a su vez, me llevó a recordar a Plutón, ese pequeño planeta que desde hace un tiempo dejó de ser planeta, según muchos científicos que no conozco.

    Fue así que, de recuerdo en recuerdo, inicie una búsqueda de cosas con las que yo había crecido, pero que la ciencia había desmentido.

    Entre las cosas que encontré (como el descubrir que jamás se ha encontrado un cienpies con mas de 91 patas, lo que terminaría arruinando el chiste de Salinas y "que bonitas piernas"), la que mas me sorprendió, y que hasta pareció dejar un vacío en ese rincón donde guardo lo poco que recuerdo de pequeño, fue el enterarme de que el Triceratops nunca existió. Es decir, existió, pero no como una especie, si no como una etapa adolescente o en crecimiento de otro dinosaurio, el Torosaurus. Luego de leer eso, me quedé unas horas frente al computador. Debe ser terrible que en el futuro nos desmientan.

    O incluso que nos desmintamos nosotros mismos, como esa gente vieja que al hablar de todas esas cosas en que alguna vez creyeron, o en esos amores que perdieron, se refiere a ellas como "tonteras" o "cosas de cabros chicos", o simplemente a desvalorar y succionar la sangre de esos recuerdos que alguna vez fueron motor para el alma, y que nos hicieron sentir de verdad, pero que con el tiempo intentamos dejar de lado, buscando protegernos, y ocultando lo importante que algún día fueron.

    Y es que puede ser mas difícil no desmentirnos, y hasta una exposición directa al dolor, pero no me gustaría que alguien a quien hoy amo, dijera en unos años que esos sentimientos eran cosas de niños, mientras abraza a su esposa y alimenta a su perro (o alimenta a su esposa y abraza a su perro).

    ¿Se imaginan yo en unos años vestido de terno y con maletín, leyendo el blog y pensando que todo fueron estupideces e idealismos de un adolescente?, ¿no sería como arrojar el corazón a un pozo, como arrancarnos la carne y dejar la piel hueca, y decir que maduramos?

    Es por eso que cada día intento un poquito (aunque sea a pasos de bebe), ser un poco mas fuerte, y tratar de conservar eso que la gente, con cariño, reconoce como yo, para seguir siendo un Cienpies, sin importar cuantas patas me haya arrancado la vida.

    Y cuando cierro los ojos, puedo ver Plutón, y es un planeta hermoso, lleno de Cienpies, Triceratops, y amores para siempre.

  2. A Sandra no le gustaban las jirafas.

    lunes, 23 de julio de 2012

    - A mi no me gustan las jirafas -dijo Sandra, desde el rincón donde disfrutaba su taza de café.

    - ¿Y porque no? -pregunté.

    - No se, simplemente no me gustan.

    - Está bien, de todas formas los animales nunca harán nada por ti.

    - No, no se trata de eso, no es algo contra los animales si no que con la jirafa en especifico, es como que me produce algo ...

    - ¿Qué cosa?

    - Desconfianza, tal vez.

    - ¿Por qué, tienes miedo de que te escupan?, yo estoy seguro de que cuando chico me escupió una en el zoológico, pero nadie me cree.

    - No no es eso ... son sus patas, osea, sus patas respecto a su cuello.

    - No entiendo.

    - Eso de que sus patas sean tan delgadas y su cuello tan grande y grueso, me da la sensación de que en cualquier momento se va romper, de que esas pequeñas patas no se pueden el resto del cuerpo, que se quebrará y la jirafa terminará doblándose sobre si.

    - ¿Como cuidar una pirámide de naipes y sentir que a cada momento va a desplomarse?

    - Exacto.

    Después de eso ya no fue necesario preguntarle a Sandra por que se encontraba sola en este lugar, o por que abandonaba a cada hombre que le entregaba cariño, o simplemente por que el paso de los años le iba arrancando amistades a ritmo despiadado.

    Y tampoco había que reprocharle, pues es cierto (y creo que aceptado por la mayoría) que todos llevamos en nosotros, en algún punto de nuestra vida, unas patitas de jirafa.

    Nos sentimos débiles, que fuimos mal hechos, que mantenernos en pie no es una opción, y parece como si la vida no fuera mas que esos cortos momentos que vivimos entre caída y caída.

    Quizás hablo un poco de mi.

    Pero lo cierto, y hasta medio cursi, es que por mucho que nos sintamos tan débiles como una jirafa, una pirámide de naipes, o un amor de verano, no lo somos.

    Somos tan fuertes como queramos, solo hay que abrazar al miedo, y hasta tomarle un poco de cariño, al polvo que mordemos al caer.

    Y lo que nunca le dije a Sandra, es que a mi tampoco me gustan las jirafas, y no es porque me haya escupido una en el zoológico, si no por que lo que realmente me aterra, es que un ser tenga tan lejos el cerebro del corazón.

    Si, disculpen, quizás hablo un poco de mi.

  3. Mas carbón y menos diamante.

    miércoles, 4 de julio de 2012

    Encuentro una caja en el closet de mi madre y la abro.
    Fotos de vacaciones que no recuerdo, papeles con números que no me molesto en descifrar
    e informes.

    Informes de personalidad y notas que año tras año mi madre guardó
    esperando que alguna noche hacia el futuro fueran una anécdota graciosa
    o algo que contar en la mesa.

    Así descubro que los resultados fueron casi siempre los mismos
    notas promedio, actitudes marcadas con letras según cuanto las practicara
    y unas frases al final.

    "De Lefént es un niño con un gran potencial, pero le falta desarrollarlo"
    "Un joven con muchas ganas y creatividad, pero no las aprovecha"
    "Muy inteligente, pero falta esfuerzo"
    "Un diamante en bruto"

    Leo cada hoja, y tras 12 años de educación escolar, así me define el mundo:
    un diamante en bruto.

    Y la verdad fueron varios, los que llamaban a mis padres para decirles lo mismo.

    Monica, Pato, Hector, un gordo que no recuerdo, Andres, Iris,
    Profesores que intentaron sin frutos, convertirme en diamante.

    Pero yo no quiero ser un diamante.

    Nadie tiene que ser un diamante
    ¡No seamos diamantes!

    Que no nos presuman ni nos hagan objetos
    Que no nos digan que valemos mas que otro
    Que nadie nos amarre a una cadena y nos lleve colgando al cuello

    Seamos carbón, y queramosnos así
    Es que el carbón solo no vale nada, pero juntos movemos hasta trenes.
    Y porque no, mover algo mas.

    Y claro, tal vez terminemos quemados
    Sucios, calcinados, hechos polvo
    Pero juntos.

    ¡Que le demos calor a los otros!
    ¡Que no nos pongan en vitrinas!
    ¡Que tengamos valor y no precio!

    Y que nunca, jamas, nos amen por nuestro brillo.