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  1. Que le dejará uno al mundo.

    miércoles, 20 de febrero de 2013

    En mi billetera -que no es billetera-, llevo varias cosas, casi nunca dinero.

    La entrada de un festival de música chilena.

    Mi carnét, en donde salgo un poco borracho.

    Dos entradas para "Ralph, El Demoledor" medio borradas.

    El pase escolar y una tarjeta BIP sin saldo.

    Un papel en donde alguien me escribió que me amaba.

    Una etiqueta de un gorro de Nintendo.

    Una postal de Guinea-Bisáu, que me regaló alguien que extraño, aunque no creo que lo recuerde.

    Por último, llevo un recorte de revista que por un lado es el trozo de un anuncio de mochilas escolares, y por el otro, es el rostro de una modelo, que no debe pasar los 16 años.

    El recorte venía envolviendo un poco de marihuana prensada que compré en Tomé, y por algún motivo, decidí guardarlo.

    A medida que la marihuana iba haciendo efecto, pensaba en ella. Es decir, pensaba un poco en todos, en lo que terminan nuestras vidas. 

    Estudios, mas estudios, trabajos, amores, penas, mas penas.

    Todo, quizás, para nada.

    Caminamos desde la playa casi abandonada en la que estábamos hasta la siguiente, la cual era mas popular y contaba con mas gente, kioskos y salvavidas.

    En la orilla la arena parecía hundirse, nosotros reíamos e imaginábamos que estábamos en la luna, y caminábamos como Neil Armstrong.

    El fue el primer hombre en llegar a la luna, y no sé que le haya dejado eso al mundo.

    No me malinterpreten, supongo que la humanidad sabe mucho mas del cosmos, de rocas lunares y de banderas ondulantes en el espacio, pero no sé que sea "eso" que realmente dejó en el corazón de cada uno.

    La caminata se hace mas larga, el viento sopla y la arena parece hundirnos mas.

    Vuelvo a pensar en la chica. 

    Tuvo una infancia agotadora, con una madre que la llevó a castings desde que nació, esperando que cumpliera los sueños que ella no logró. Sufre una depresión leve, no se relaciona bien con las chicas de su edad y comienza a desarrollar anorexia, los vómitos ya son algo común.

    Una mañana entra a un estudio, modela un abrigo color crema y un sombrero negro de lana. Se siente bien, y cree, por lo que le cuenta su madre, que es felicidad.

    Mira a la cámara y sonríe.

    Todo eso, culmina con su rostro envolviendo marihuana bastante tóxica en un pueblo que la mayoría del mundo ignora que existe, y que incluso en Chile a pesar de estar al lado de Dichato y ser uno de los lugares mas destruidos por el terremoto, también es desconocido.

    En eso termina la vida de los que siguieron caminos fuera de lo común.

    Que le quedará a uno...

    Eso es lo que me pregunto a días de empezar mis estudios en pedagogía, y es que si algo debe hacer un profesor, es dejarle algo al mundo.

    Espero no fallar.

    Finalmente llegamos a la playa, mientras comienza a salir el sol. Nos tiramos en la arena.

    Cierro los ojos.

    Siento que vuelo.

  2. Derrotado.

    martes, 19 de febrero de 2013

    Se levantó a las 7:30, no alcanzó a desayunar.

    Salió hacia su trabajo desde Las Vizcachas, y esperó.

    Pasó la 72 B y un bus privado, y la 72 A pasó dos veces.

    Cuarenta minutos.

    Llegó su micro, y avanzó a unos 40 km por hora, como si el chofer disfrutara el paisaje.

    Bajó a tomar su segunda micro, comprobó el saldo de la tarjeta.

    La micro apareció enseguida. Al subirse, le marca que tiene -5 pesos y lo obligan a bajarse.

    Explica bruscamente al fiscalizador que si tiene saldo en la tarjeta, este le pide perdón y le hace esperar nuevamente.

    Se desespera, tiene rabia. Corre contra un poste de luz y le da una sola patada, una firme.

    El poste tambalea y el vidrio se triza, casi cae, la gente mira.

    El fiscalizador que lo bajó le pide que se tranquilice y le pregunta porque está así.

    Putéa un rato, alega contra el transporte publico y dice algo sobre quemar la municipalidad, el fiscalizador lo mira en silencio.

    Entra en escena su micro y esta vez le marca el saldo correcto, voltea hacia el fiscalizador y este se despide con una sonrisa.

    El viaje transcurre rápido. Llega hasta el metro y también se le hace corto el trayecto. Durante esos minutos, le parece que no todo está tan mal, y hasta recupera un poco la fe en el mundo, y en él mismo.

    Llega a Plaza Egaña y algo le resulta extraño.

    Un caballero le pregunta a que hora vuelven a pasar las micros por esa calle, alguien le responde que a las diez, el debía estar en el trabajo a las diez.

    Camina hasta José Arrieta medio perdido, pero ya no le quedan mas opciones.

    Encuentra un paradero y toma la micro.

    Llega a su trabajo, con 4 minutos de atraso, pero está bien.

    Lo había logrado: era una victoria.

    Pero se sentía derrotado.

  3. Si Dios fuera como un camaleón.

    domingo, 10 de febrero de 2013

    Esperábamos que comenzara una fiesta, y entre eso, veíamos unos videos en youtube.

    - Mira esta hueá, es como para verla volao.

    Puso unos videos de una serie que yo veía en el cartoon network hace unos años, y entre risas me dijo:

    - De repente uno saca las meas conclusiones cuando esta volao, como que se te ocurren miles de hueás.

    - ¿Como cuales?

    - Como ... puta, no sé ... una vez me imagine que Dios era como un camaleón.

    - ¿Como, con ojos grandes y lengua gigante?

    - No po hueón, que se puede hacer invisible, que se camufla, que está ahí, escondido entre las nubes.

    - ¿Y que hace ahí?

    - No sé, lo que haga Dios.

    Entonces yo me fui hacia muchos años atrás, cuando era pequeño y me gustaban los animales, y leía enciclopedias y tenía una cata que se murió sola.

    De lo que recuerdo de los camaleones, es que vivían solos.

    Eran hostiles entre ellos, la interacción entre machos no existe y con las hembras se limita al sexo pocas veces en la vida. Lo mas destacable de ellos, es que alejándose de lo que todos creen, el mimetismo se aleja de ser un sistema de defensa, y es en realidad su arma, su forma de atacar a las presas. Nunca corriendo, nunca escondiéndose, solo esperando el momento.

    - Quizás Dios hace lo mismo -dije, sin darme cuenta, en voz alta.

    - ¿Hace que cosa? -me dijo mi amigo.

    Entonces, unos grandes ojos aparecieron entre las nubes, y todo comenzó a temblar.