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  1. Derrotado.

    martes, 19 de febrero de 2013

    Se levantó a las 7:30, no alcanzó a desayunar.

    Salió hacia su trabajo desde Las Vizcachas, y esperó.

    Pasó la 72 B y un bus privado, y la 72 A pasó dos veces.

    Cuarenta minutos.

    Llegó su micro, y avanzó a unos 40 km por hora, como si el chofer disfrutara el paisaje.

    Bajó a tomar su segunda micro, comprobó el saldo de la tarjeta.

    La micro apareció enseguida. Al subirse, le marca que tiene -5 pesos y lo obligan a bajarse.

    Explica bruscamente al fiscalizador que si tiene saldo en la tarjeta, este le pide perdón y le hace esperar nuevamente.

    Se desespera, tiene rabia. Corre contra un poste de luz y le da una sola patada, una firme.

    El poste tambalea y el vidrio se triza, casi cae, la gente mira.

    El fiscalizador que lo bajó le pide que se tranquilice y le pregunta porque está así.

    Putéa un rato, alega contra el transporte publico y dice algo sobre quemar la municipalidad, el fiscalizador lo mira en silencio.

    Entra en escena su micro y esta vez le marca el saldo correcto, voltea hacia el fiscalizador y este se despide con una sonrisa.

    El viaje transcurre rápido. Llega hasta el metro y también se le hace corto el trayecto. Durante esos minutos, le parece que no todo está tan mal, y hasta recupera un poco la fe en el mundo, y en él mismo.

    Llega a Plaza Egaña y algo le resulta extraño.

    Un caballero le pregunta a que hora vuelven a pasar las micros por esa calle, alguien le responde que a las diez, el debía estar en el trabajo a las diez.

    Camina hasta José Arrieta medio perdido, pero ya no le quedan mas opciones.

    Encuentra un paradero y toma la micro.

    Llega a su trabajo, con 4 minutos de atraso, pero está bien.

    Lo había logrado: era una victoria.

    Pero se sentía derrotado.

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