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  1. No es menos cierto
    que parece que lo diga fríamente
    pero la verdad,
    es que ya no creo tanto.

    Y es que con el tiempo
    uno se va acostumbrando a que las personas que estaban,
    ya no estén.

    Puede parecer que este dolido,
    aunque honestamente, no es así.

    Solo que mientras uno va caminando
    no puede esperar a que los demás se detengan
    cuando tengas que amarrar tus cordones
    o cuando te detengas a mirar un pájaro en algún jardín
    o ni siquiera, que caminen contigo.

    ¡Es que todos caminan a un ritmo tan distinto!

    No es que me hayan fallado,
    es mas, nunca lo han hecho.
    Pero tarde o temprano, tendrán que irse,
    tendrán que recorrer sus propios caminos
    y esos para siempres, serán tragos amargos
    que arderán en tu boca, mientras te ríes un poco.

    ¿Se imaginan, que uno antes creía en esas cosas?

    Te preguntabas como serían las reuniones cuando fuéramos viejos
    nos reiríamos de todas las anécdotas que en estos tiempos vivimos
    y nos enorgulleceríamos, de esas veces que nos caímos, y estuvimos para el otro
    para levantarlo.

    Mas hoy en día, no puedo esperar a que alguien me levante
    ya que ese alguien, estará preocupado, de el mismo no caer.

    Es comprensible, y quizás, soy un poco egoísta.

    Lo mas divertido, es que algunos ofendidos, dicen que depende de uno.
    Que es uno el que debe aportar, para que juntos vallamos por el mismo camino.
    Pero lo cierto es que nadie va por el mismo, e intentar crear un camino juntos, seria desviarlos
    y yo no estoy para desviar a nadie, ni para pedirle que me espere a amarrar mis cordones,
    o para que mire al pájaro, y entienda por que me voy quedando atrás.

    Pensar que hace solo unos años, las cosas eran tan distintas.

    Lo admito, puede que quizás, sea yo el que haya elegido el camino incorrecto, y que sea el único idiota que se detenga a mirar a un pájaro, que tarde o temprano, se ira volando.

    Discúlpenme, puede que la verdad, si esté dolido.

  2. Jessica no creía en nada que pudiera ver.

    martes, 15 de noviembre de 2011

    Un amigo se acercó a mi con entusiasmo, sabiendo que me iba a gustar la noticia: me llevaría a conocerla.

    - ¿Como la conociste?, nunca me lo dijiste -le pregunté.

    - Bueno, la verdad no la conozco, eso dice ella.

    Me llevó hasta una casa de la villa donde yo solía vivir, una por la cual yo había pasado unas mil veces, y que hasta este momento jamas había notado.

    El tocó el timbre, y una mujer mayor abrió la puerta reciviendolo con mucho cariño. Nos invitó a pasar, y sin darme cuenta, yo ya había aceptado un té.

    - Que bueno que vengan a ver a la Jessica -dijo la señora, con una voz triste, bajando la mirada y perdiéndola en el remolino que hacia en el té con la cuchara-, hace tiempo que ya nadie la viene a ver ... es que igual es difícil.

    Recordé lo que me había dicho mi amigo hace unas noches en una botillería, mientras yo lo intentaba convencer de que pusiera dos lucas para un vodka.

    - Hueón enserio, si con jugo en polvo queda bueno.

    - Pero escúchame hueón, la mina se volvió loca, o algo así.

    - Ya si te escucho, pero mira con dos lucas que pongai nos alcanzan y nos compramos un jugo en polvo.

    - Si me escuchai y te callai te paso tres lucas.

    Y yo callé.

    - Resulta que esta mina era como cualquier otra.

    - ¿Con dos tetas y todo?

    - Si hueón -dijo molesto, sin entender mi poca habilidad para tomarme enserio las cosas que no me interesan-. La hueá es que un dia ella se cayó.

    - ¿Como?, ¿a un hoyo o algo así?

    - No, no ese sentido. Aunque quizás, de alguna forma si calló. Pero a lo que me refería, era a que no hablo mas. Pronto también dejo de comer, y cuando la gente le habla, parece no escuchar.

    - ¿Es alguna enfermedad sicologica?

    - Eso creían todos, hasta que un día se puso a hablar.

    - ¿Con quien?

    - Con la soledad.

    - ...

    - Enserio hueón.

    - ¿Con la soledad?

    - Eso. Un día su mamá entro a su pieza a dejarle algo de comida y la escucho hablando con alguien a quien llamaba Soledad. Entró, y como parecía que su presencia no le afectaba, se quedo escuchandola.

    - ¿Y que le decía a la soledad?

    - Que estaba agradecida de su compañía, pero que le producía un poco de Tristeza.

    - ¿Y entonces?

    - Entonces Tristeza las escuchó y se sintió mal, ya que pensaba que aunque su presencia fuera dañina, ayudaba a florecer a sentimientos bellos. Entonces Jessica, la chica, se disculpó; y se quedó callada, con Soledad y Tristeza.

    La historia daba para pensar, pero esa noche tenía un vodka que terminar, y olvidé todo sobre Jessica hasta el día de hoy.

    Pero aquí estaba, en el living de su casa, queriendo verla.

    - Ya se lo que le pasa -dijo la señora, dando la impresión de que se dirigía a alguien mas, a cualquiera que no fuéramos nosotros.

    - ¿Que ocurre? -pregunté con ganas.

    - Lo supe ayer, mientras se encontraba en su habitación.

    - ¿Hablaba con la Soledad?

    - No ... con la Fe. Le gritaba, le decía que no la podía ver, que se había vuelto muy pequeña. Luego parece que la Fe le preguntó algo, y Jessica le dijo que ella no creía en nada que pudiera ver.

    Todos guardamos silencio.

    - Pasen a verla.

    Nosotros entramos a una habitación en la que solo había un closet, una cama, y Jessica en el suelo.

    - Si quieres hablarle, tienes que fingir ser algo que no se puede ver -dijo su madre, la que nos dio la espalda y se retiro rápidamente de la habitación, como si así pudiera olvidarse de lo que en ella ocurría.

    - Hola, Jessica.

    - ...

    - Soy un alma.

    - ¿Un alma? -su voz se sintió distante, y sus ojos permanecían en la muralla, a la vez que emitía una sonrisa-, hace mucho que no hablaba con una, quizás por eso no te reconocí.

    - No te preocupes.

    - Lo siento, de verdad, es que estaba conversando.

    - ¿Con quien?

    - ¿Acaso no los ves?, el que se ve aburrido allá en la esquina es Destino, y el que parece enojado que esta a su lado es Dios.

    - ¿Y de que hablaban?

    - Dios se quejaba de haber hecho todo mal, y de que nadie entendía las cosas que realmente quería decir, que todos arreglaban sus palabras para quedar bien.

    - ¿Y Destino?

    - Destino le decía a dios que no fuera hueón ni amargado, que como todo lo que existe y existirá estaba predestinado no tiene culpa de que las cosas salieran mal, que nadie tiene la culpa de las cosas, solo el.

    - Entiendo. Pero Jessica...

    - ¿Que es Jessica?

    - Tu eres Jessica.

    - No entiendo.

    - ¿Sabes lo que eres, o acaso lo recuerdas?

    - Recuerdo algo así como un sueño, donde yo era una cosa, una que se podía tocar, como esa de los cuentos fantásticos. Todas las cosas tenían un nombre y mi nombre de cosa era Jessica.

    - ¿Y por que crees que fue un sueño, por que no crees que esas cosas son reales?

    - Todos saben que no se puede creer en las cosas que se ven, o se tocan. Esas cosas son engañosas. En mis sueños habían cosas que te abrazaban y luego te hacían daño. También habían cosas que te decían que siempre estarían, pero se iban. Fue entonces que deje de creer en esas cosas, y me di cuenta que el dolor que había sentido era mas fuerte que el abrazo, y seguía conmigo, que los recuerdos siempre se habían quedado conmigo, pero las cosas se fueron y me dejaron, ahí comprendí que las cosas reales son las que no podemos ver. Entonces conocí a Soledad, y luego a todos los demás.

    Sentí que tenia que salir corriendo de ese lugar, que debía salir lo mas rápido posible de Jessica, pero no podía, quería seguir.

    - ¿Conoces al amor?

    - Si, es hermoso, pero mas que nada es increible, ¡tiene tantos efectos! Cuando viene a visitarme, Lógica se vuelve loca y se marcha porque dice que no pueden estar juntos en la misma habitación. A Tristeza le pasa algo muy raro con Amor, ya que se vuelve mas hermosa, como si siempre embelleciera ante el. Ternura, que es tan tímida, sale de su rincón y comienza a saludar a todos.

    - ¿Nunca te a molestado?

    - No, solo cuando viene con Ilusiones, a todos les encanta ese tipo, hasta que lo conocen realmente.

    Hasta cierto punto, todo lo que ella decía parecía ser verdad. Sin gestos, sin tonos, sin caricias, todo era intangible, solo voces y emociones en un pequeño espacio que ella había vuelto infinito, y aun así, todo parecía mas real que nunca.

    - Bueno, ya me tengo que marchar, otras Almas me esperan.

    - No te preocupes, se que no eres una Alma.

    - ¿Lo sabes?

    - Si, Verdad me lo dijo hace un rato, aunque Mentira insistía en que realmente eras un Alma.

    - Discúlpame.

    - No importa.

    Sin tener mas que hacer en aquel lugar, surgió en mi una duda.

    - ¿Porque puedes hablar conmigo, acaso soy real para ti?

    - Eso parece.

    - ¿Pero porque?

    - Quien sabe, tal vez no seas tan Cosa, puede que en el fondo, seas un Alma.

    Sonreí.

    - Adios Jess... Adios.

    Me disponía a retirarme cuando lo dijo.

    - Soledad te manda saludos ... dice que te extraña.

    - Dile que le devuelvo los saludos.

    Di unos pasos mas.

    - Soledad ... -se detuvo-, Soledad pregunta quien es ella, la que la remplazó.

    Yo lo pensé un poco, y finalmente respondí.

    - Pregúntale a Amor, el sabe.

    Así fue como conocí a Jessica, la mujer que no creía en nada que pudiera ver.







  3. Nadie sabe sobre su aroma (caramelo).

    lunes, 14 de noviembre de 2011

    - ¿Estas bien?

    - Si -respondí rápido, tratando de que no creyera que le mentía.

    - ¿Te pasa algo?

    - Si.

    - Estas demasiado cortante, y no pareces estar aquí.

    - Lo siento-dije con honestidad-, es que ... es mi brazo.

    - ¿Te duele?

    - No. Lo que ocurre es que ... bueno, huele extraño.

    - ¿Extraño?

    - Si, pero no es un olor malo, es que simplemente no es mi olor.

    - ¿Y como es este olor?

    Entonces yo le hice un gesto como para que se acercara a mi brazo, y una vez tomado entre sus manos, acercó su pequeña nariz a el.

    - Huele como a manjar -me dijo, riéndose.

    - Si, algo así, pero no es manjar, sino que algo parecido, algo acaramelado.

    - No es malo.

    - No, pero no es mio.

    - ¿Y, desde cuando te molesta?, creí que te encantaban las cosas que no son tuyas.

    - ...

    - Lo siento.

    - No importa -le dije.

    - ¿Cuando fue que apareció este aroma?

    - Fue esta mañana. Yo me encontraba en clases cuando una profesora llegó diciendo que debíamos hacer una ensayo PSU de historia...

    - Entonces ... -interrumpió el silencio que inconscientemente había dejado, mi mente no se encontraba ahí en ese momento.

    - Entonces me puse a responder la prueba y comencé a sentir un extraño aroma. Como a caramelo, o a manjar ... hasta por un segundo pensé en una calúga, pero no. No podía definirlo claramente, solo sabia que me desesperaba. Demoré un rato mas en notar que el olor provenía de mi mismo.

    - Que extraño.

    - ¿Que?

    - Que notaras que no era tu olor.

    - ¿Eso es extraño?

    - Claro, nadie sabe sobre su aroma, solo sobre el de los demás. Es como nuestras voces, conocemos las de los otros pero al escuchar la nuestra en una grabación, nos parece extraña. Lo mismo con los olores, nadie conoce el propio, por eso lo extraño de que te percataras.

    - Es que justamente eso era lo que me afectaba. Cuando lo descubrí intente continuar con la prueba, pero el olor se intensificaba y cada vez me parecía mas repulsivo. Me cambié de mesa pensando que podía ser algo en ella, pero el olor seguía sobre mi brazo y parecía esparcirse. En cierto momento no aguanté mas y salí corriendo al baño. Pasé toda el agua posible sobre mi brazo, y froté hasta que doliera un poco, pero ahí seguía. Cuando ya no supe que mas hacer, saqué el horrible jabón con olor a detergente que había en el baño, y froté lo mas fuerte posible. Y ahí quedo, un olor extraño, el caramelo ya se había ido, pero seguía siendo molesto, lo que quedó tampoco era mío.

    - ¿Que te molesta tanto de que no sea tuyo?

    - Quizás el saber que existen en nosotros cosas que no podemos definir claramente, pero que de todas formas son parte de nosotros, y que solo nos volvemos conscientes de ellas al saber lo que no son.

    - No entiendo.

    - Imagínate que te preguntaran cual es tu canción favorita, pero al no tenerlo claro, comienzas a nombrar todas las canciones que no son tu favorita.

    - Sigue.

    - Pero en algún momento te darás cuenta que no puedes escuchar todas las canciones del mundo, y que intentar saber cual es tu favorita nombrando las que no son, no tiene un sentido realmente.

    - Y no soportas eso, que no haya un camino correcto sin conocer el incorrecto, que tengas que conocerlos ambos y recorrer el equivocado por completo para recién comprender que era otro el camino, pero es imposible, el camino incorrecto nunca termina.

    - No, realmente me enferma.

    Ambos mantuvimos silencio, supongo que nos cuestionábamos cosas, como intentando comprobar lo que acabábamos de hablar.

    - ¿Y entonces, cual es tu olor?

    - No lo sé, pero se que no es caramelo.

    - ¿A que crees que huele un De Lefént? -me dijo, con un tono que parecía entre broma y serio.

    - A tabaco suave, a piel caliente ... sudada, a vodka, y a un libro nuevo.

    - Y no fue necesario que nombraras nada que no fueras.

    - No, quizás no, quizás solo es necesario conocernos bien ... quizás.

    - ...

    - ¿Y tu? -pregunté antes de que se marchara-, ¿a que crees que huelo?

    - A miedo, De Lefént, a miedo y caramelo.