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  1. Quiero una muerte lenta.

    viernes, 30 de diciembre de 2011

    Era de esos momentos donde todos están medios borrachos, y comienzan a salir a flote las conversaciones mas hueonas que te puedas imaginar.

    - ¿Si tienes que salvar solo a uno, a tu mamá o a tu papá, a quien ...

    - A mi viejo, a mi mamá ni cagando.

    Tampoco falta el momento esotérico.

    - Cuando chico en mi casa penaban, lo que pasa es que mi abuela se murió en esa casa. Siempre se movían las cosas solas, y escuchabas ruidos en la noche, los gritos de cuando se murió.

    - Yo tengo una tía que ve las auras -dijo otra.

    - Mi prima tiene una planta que habla -comentó otro amigo.

    - Tu prima habla con las plantas después de fumárselas -respondí.

    Y así la noche sigue, la borrachera disminuye rápidamente por lo que el aburrimiento se va ganando un puesto seguro en la mesa.

    Hasta que una amiga comenta.

    - Yo me quiero morir en mi cama, en sueños, sin nada de dolor.

    Todos parecieron estar de acuerdo, y yo me podría haber quedado callado, pero no.

    - ¿Enserio?

    - Obvio, ¿hay una muerte mejor acaso?

    - En una carrera en moto, cayendo por un edificio.

    - ¿Es eso mejor? -me pregunta molesta-, solo es mas doloroso, además, ¿como es que había una carrera de motos en un edificio?

    - No tengo ni puta idea, lo que sé, es que es mas emocionante.

    - Mas dolor no significa emoción.

    - ¿Y dormir significa emoción?

    Ella se quedó callada un instante.

    - Entonces que, ¿que muerte quieres?

    - Borracho, salvando el mundo, teniendo sexo, o simplemente, una muerte lenta.

    - ¿Lenta?

    - Lenta, y que duela.

    - Eso es masoquismo.

    - Es vida, no como quedarse tirado en la cama.

    - ¿Cual es tu problema con evitar el dolor?

    - ¿Cual es el problema de aceptarlo?, vamos, es tu ultimo aliento, tu último pensamiento, tu última soledad, tus últimos recuerdos, tus últimas ganas, tus últimos sentidos, ¿y quieres malgastarlos durmiendo, babeando la almohada mientras pudiste haber hecho algo con tu vida?

    - No es mi vida, es mi muerte.

    - !Tu muerte es parte de tu vida!, es el final del libro, y nadie quiere ver al protagonista irse a la cama y dormir hasta pudrirse.

    - Es solo lo que yo creo, no me interesa buscar dolor.

    - Y a mi me interesa sentir, me interesa que la ultima vez que pueda recordar algo lo pueda llorar hasta secarme, que me golpeen hasta que la sangre brote a mares, que pierda los sentidos uno a uno y de a poco, para apreciarlos una ultima vez, ¡Vivir!, rasgar la piel, abrir las yagas, arrancarte las uñas, reventar los labios con los dientes, amar hasta arder el pecho, sentir todo hasta que no quede nada.

    Silencio.

    - Estay cagao, De Lefént -me dice.

    - Si, pero no tanto como tu.

    Entonces yo me sirvo otro vaso de vodka, pongo un poco de cumbia y bailo, ella se va a acostar, caigo al suelo, vomito encima de mi mismo, canto en el suelo, y termina la historia.

  2. Un Vigilante.

    domingo, 25 de diciembre de 2011

    El observa a la gente ir y venir
    y eso lo hace sentir que es el único que no avanza.

    Hay días en que algunos jóvenes lanzan piedras
    entonces es que el piensa detenerlos y cumplir con su labor
    pero sabe que en el fondo, ellos solo están tan aburridos y solos como el.

    Si tan solo hubiera alguna persecución, un crimen...

    No es que le desee el mal a nadie tampoco
    ni que hubieran persecuciones todos los días
    pero es que a veces la vida necesita algo que nos mueva, sea sano o no.

    Al llegar a casa, su hijo le pregunta si atrapó al ladrón del que hablan en la tele
    o al tipo de verde que por las mañanas lanza rocas a los autos,
    y el tiene que decirle que esta apunto, por no decepcionarlo,
    su hijo grita de felicidad y la luz del comedor parece dar de lleno en sus ojos, brillando de orgullo.
    Aunque cada palabra le duela a el de verdad, porque sabe, que miente un poco para si también.

    Otro día solo.

    A sus espaldas las fuerzas especiales combaten hinchas y estudiantes
    hacia adelante lo mismo.

    ¿Porque no le podía tocar algo de emoción a el?
    Algo que no le pudiera contar a su hijo, ni a su esposa en la cama.
    Algo para el.
    Para poder dormir tranquilo, sin sentir la brisa de los autos.
    Sintiendo que avanza.

    Si tan solo pudiera cumplir el sueño de su hijo
    y atrapar al ladrón que se robó los sueños de su juventud.

    Pero solo soy un carabinero que vigila un cruce en medio de la carretera, piensa.

    Entonces se levanta a cumplir con su labor, y con rabia, toma una piedra en el camino,
    y se la lanza a un auto.
    Da de lleno en el parabrisas, y el vidrio estalla, al tiempo que en su cara se dibuja una sonrisa.

    Nunca atraparé al ladrón, y nunca atraparán al tipo que lanza las piedras, se dice a si mismo.

    Sonríe, y vuelve al trabajo.

  3. Andrea no quería ser egoísta.

    jueves, 8 de diciembre de 2011

    Yo conocí a Andrea, una mujer que buscaba creer en un mundo feliz, que anteponía la felicidad de los demás a la suya, y que parecía encontrar en cada persona, algo que la hiciera feliz.

    A los ojos de cualquiera, Andrea era una persona hermosa, de esas que faltan en el mundo.

    Pero no lo era.

    Y es que Andrea no sabia nada sobre el dolor, porque toda su vida había corrido de el. Como un pequeño hamster en una pelota plástica, Andrea se protegió de todo lo que de alguna forma pudiera hacerle daño, y desde adentro, todo parecía lindo, aunque borroso.

    La pobre Andrea.

    Pero siempre llega un momento en donde uno debe salir de su burbuja, y no es que Andrea necesitara aire fresco, o comida, o agua.

    Es que ya no aguantaba estar sola.

    Desde ese momento, Andrea tuvo que comenzar a ver las cosas como realmente eran, y a descubrir que mientras menos parecías protegerte, todo se volvía menos borroso y los colores adquirían nuevos matices, los aromas atraían, los sonidos adquirían resonancias suaves, y todo se volvía bello.

    Pero también peligroso.

    Andrea se enamoró. Como en la mayoría de los casos, este amor traía una dificultad, y es que el amor de Andrea, también era el amor de otra, y esa otra, era alguien a quien Andrea quería mucho.

    Entonces la pobre Andrea renunció a su amor, porque para ella, siempre sería primero la felicidad de los demás.

    ¿Y saben?

    Andrea esta sola.

    Cuando la gente le pregunta porque, ella dice que es lo correcto, y que jamas podría ser egoísta.

    Si alguna vez volviera a ver a Andrea, le diría que el egoísmo no es solo privar a los demás de algo por tenerlo nosotros, y es que el egoísmo no siempre se trata de los demás, a veces se trata de nosotros mismos, y de las veces en que nos negamos cosas, colores, aromas, amores, a nosotros mismos, por miedo a salir heridos, o herir a otros, o evitar el dolor, de cualquiera que sea su forma.

    Es que Andrea nunca entendió, que desde su pequeña pelota de plástico, perdía algo mas que el amor de la persona que amaba, que se negaba a si misma, y a su corazón, el poder entregar amor.

    Y el negarle a nuestros labios un beso, a nuestro cuerpo otras manos y a nuestro corazón un amor, eso, eso es egoísmo.

    Pero Andrea nunca lo entenderá, no desde adentro.

  4. No es menos cierto
    que parece que lo diga fríamente
    pero la verdad,
    es que ya no creo tanto.

    Y es que con el tiempo
    uno se va acostumbrando a que las personas que estaban,
    ya no estén.

    Puede parecer que este dolido,
    aunque honestamente, no es así.

    Solo que mientras uno va caminando
    no puede esperar a que los demás se detengan
    cuando tengas que amarrar tus cordones
    o cuando te detengas a mirar un pájaro en algún jardín
    o ni siquiera, que caminen contigo.

    ¡Es que todos caminan a un ritmo tan distinto!

    No es que me hayan fallado,
    es mas, nunca lo han hecho.
    Pero tarde o temprano, tendrán que irse,
    tendrán que recorrer sus propios caminos
    y esos para siempres, serán tragos amargos
    que arderán en tu boca, mientras te ríes un poco.

    ¿Se imaginan, que uno antes creía en esas cosas?

    Te preguntabas como serían las reuniones cuando fuéramos viejos
    nos reiríamos de todas las anécdotas que en estos tiempos vivimos
    y nos enorgulleceríamos, de esas veces que nos caímos, y estuvimos para el otro
    para levantarlo.

    Mas hoy en día, no puedo esperar a que alguien me levante
    ya que ese alguien, estará preocupado, de el mismo no caer.

    Es comprensible, y quizás, soy un poco egoísta.

    Lo mas divertido, es que algunos ofendidos, dicen que depende de uno.
    Que es uno el que debe aportar, para que juntos vallamos por el mismo camino.
    Pero lo cierto es que nadie va por el mismo, e intentar crear un camino juntos, seria desviarlos
    y yo no estoy para desviar a nadie, ni para pedirle que me espere a amarrar mis cordones,
    o para que mire al pájaro, y entienda por que me voy quedando atrás.

    Pensar que hace solo unos años, las cosas eran tan distintas.

    Lo admito, puede que quizás, sea yo el que haya elegido el camino incorrecto, y que sea el único idiota que se detenga a mirar a un pájaro, que tarde o temprano, se ira volando.

    Discúlpenme, puede que la verdad, si esté dolido.

  5. Jessica no creía en nada que pudiera ver.

    martes, 15 de noviembre de 2011

    Un amigo se acercó a mi con entusiasmo, sabiendo que me iba a gustar la noticia: me llevaría a conocerla.

    - ¿Como la conociste?, nunca me lo dijiste -le pregunté.

    - Bueno, la verdad no la conozco, eso dice ella.

    Me llevó hasta una casa de la villa donde yo solía vivir, una por la cual yo había pasado unas mil veces, y que hasta este momento jamas había notado.

    El tocó el timbre, y una mujer mayor abrió la puerta reciviendolo con mucho cariño. Nos invitó a pasar, y sin darme cuenta, yo ya había aceptado un té.

    - Que bueno que vengan a ver a la Jessica -dijo la señora, con una voz triste, bajando la mirada y perdiéndola en el remolino que hacia en el té con la cuchara-, hace tiempo que ya nadie la viene a ver ... es que igual es difícil.

    Recordé lo que me había dicho mi amigo hace unas noches en una botillería, mientras yo lo intentaba convencer de que pusiera dos lucas para un vodka.

    - Hueón enserio, si con jugo en polvo queda bueno.

    - Pero escúchame hueón, la mina se volvió loca, o algo así.

    - Ya si te escucho, pero mira con dos lucas que pongai nos alcanzan y nos compramos un jugo en polvo.

    - Si me escuchai y te callai te paso tres lucas.

    Y yo callé.

    - Resulta que esta mina era como cualquier otra.

    - ¿Con dos tetas y todo?

    - Si hueón -dijo molesto, sin entender mi poca habilidad para tomarme enserio las cosas que no me interesan-. La hueá es que un dia ella se cayó.

    - ¿Como?, ¿a un hoyo o algo así?

    - No, no ese sentido. Aunque quizás, de alguna forma si calló. Pero a lo que me refería, era a que no hablo mas. Pronto también dejo de comer, y cuando la gente le habla, parece no escuchar.

    - ¿Es alguna enfermedad sicologica?

    - Eso creían todos, hasta que un día se puso a hablar.

    - ¿Con quien?

    - Con la soledad.

    - ...

    - Enserio hueón.

    - ¿Con la soledad?

    - Eso. Un día su mamá entro a su pieza a dejarle algo de comida y la escucho hablando con alguien a quien llamaba Soledad. Entró, y como parecía que su presencia no le afectaba, se quedo escuchandola.

    - ¿Y que le decía a la soledad?

    - Que estaba agradecida de su compañía, pero que le producía un poco de Tristeza.

    - ¿Y entonces?

    - Entonces Tristeza las escuchó y se sintió mal, ya que pensaba que aunque su presencia fuera dañina, ayudaba a florecer a sentimientos bellos. Entonces Jessica, la chica, se disculpó; y se quedó callada, con Soledad y Tristeza.

    La historia daba para pensar, pero esa noche tenía un vodka que terminar, y olvidé todo sobre Jessica hasta el día de hoy.

    Pero aquí estaba, en el living de su casa, queriendo verla.

    - Ya se lo que le pasa -dijo la señora, dando la impresión de que se dirigía a alguien mas, a cualquiera que no fuéramos nosotros.

    - ¿Que ocurre? -pregunté con ganas.

    - Lo supe ayer, mientras se encontraba en su habitación.

    - ¿Hablaba con la Soledad?

    - No ... con la Fe. Le gritaba, le decía que no la podía ver, que se había vuelto muy pequeña. Luego parece que la Fe le preguntó algo, y Jessica le dijo que ella no creía en nada que pudiera ver.

    Todos guardamos silencio.

    - Pasen a verla.

    Nosotros entramos a una habitación en la que solo había un closet, una cama, y Jessica en el suelo.

    - Si quieres hablarle, tienes que fingir ser algo que no se puede ver -dijo su madre, la que nos dio la espalda y se retiro rápidamente de la habitación, como si así pudiera olvidarse de lo que en ella ocurría.

    - Hola, Jessica.

    - ...

    - Soy un alma.

    - ¿Un alma? -su voz se sintió distante, y sus ojos permanecían en la muralla, a la vez que emitía una sonrisa-, hace mucho que no hablaba con una, quizás por eso no te reconocí.

    - No te preocupes.

    - Lo siento, de verdad, es que estaba conversando.

    - ¿Con quien?

    - ¿Acaso no los ves?, el que se ve aburrido allá en la esquina es Destino, y el que parece enojado que esta a su lado es Dios.

    - ¿Y de que hablaban?

    - Dios se quejaba de haber hecho todo mal, y de que nadie entendía las cosas que realmente quería decir, que todos arreglaban sus palabras para quedar bien.

    - ¿Y Destino?

    - Destino le decía a dios que no fuera hueón ni amargado, que como todo lo que existe y existirá estaba predestinado no tiene culpa de que las cosas salieran mal, que nadie tiene la culpa de las cosas, solo el.

    - Entiendo. Pero Jessica...

    - ¿Que es Jessica?

    - Tu eres Jessica.

    - No entiendo.

    - ¿Sabes lo que eres, o acaso lo recuerdas?

    - Recuerdo algo así como un sueño, donde yo era una cosa, una que se podía tocar, como esa de los cuentos fantásticos. Todas las cosas tenían un nombre y mi nombre de cosa era Jessica.

    - ¿Y por que crees que fue un sueño, por que no crees que esas cosas son reales?

    - Todos saben que no se puede creer en las cosas que se ven, o se tocan. Esas cosas son engañosas. En mis sueños habían cosas que te abrazaban y luego te hacían daño. También habían cosas que te decían que siempre estarían, pero se iban. Fue entonces que deje de creer en esas cosas, y me di cuenta que el dolor que había sentido era mas fuerte que el abrazo, y seguía conmigo, que los recuerdos siempre se habían quedado conmigo, pero las cosas se fueron y me dejaron, ahí comprendí que las cosas reales son las que no podemos ver. Entonces conocí a Soledad, y luego a todos los demás.

    Sentí que tenia que salir corriendo de ese lugar, que debía salir lo mas rápido posible de Jessica, pero no podía, quería seguir.

    - ¿Conoces al amor?

    - Si, es hermoso, pero mas que nada es increible, ¡tiene tantos efectos! Cuando viene a visitarme, Lógica se vuelve loca y se marcha porque dice que no pueden estar juntos en la misma habitación. A Tristeza le pasa algo muy raro con Amor, ya que se vuelve mas hermosa, como si siempre embelleciera ante el. Ternura, que es tan tímida, sale de su rincón y comienza a saludar a todos.

    - ¿Nunca te a molestado?

    - No, solo cuando viene con Ilusiones, a todos les encanta ese tipo, hasta que lo conocen realmente.

    Hasta cierto punto, todo lo que ella decía parecía ser verdad. Sin gestos, sin tonos, sin caricias, todo era intangible, solo voces y emociones en un pequeño espacio que ella había vuelto infinito, y aun así, todo parecía mas real que nunca.

    - Bueno, ya me tengo que marchar, otras Almas me esperan.

    - No te preocupes, se que no eres una Alma.

    - ¿Lo sabes?

    - Si, Verdad me lo dijo hace un rato, aunque Mentira insistía en que realmente eras un Alma.

    - Discúlpame.

    - No importa.

    Sin tener mas que hacer en aquel lugar, surgió en mi una duda.

    - ¿Porque puedes hablar conmigo, acaso soy real para ti?

    - Eso parece.

    - ¿Pero porque?

    - Quien sabe, tal vez no seas tan Cosa, puede que en el fondo, seas un Alma.

    Sonreí.

    - Adios Jess... Adios.

    Me disponía a retirarme cuando lo dijo.

    - Soledad te manda saludos ... dice que te extraña.

    - Dile que le devuelvo los saludos.

    Di unos pasos mas.

    - Soledad ... -se detuvo-, Soledad pregunta quien es ella, la que la remplazó.

    Yo lo pensé un poco, y finalmente respondí.

    - Pregúntale a Amor, el sabe.

    Así fue como conocí a Jessica, la mujer que no creía en nada que pudiera ver.







  6. Nadie sabe sobre su aroma (caramelo).

    lunes, 14 de noviembre de 2011

    - ¿Estas bien?

    - Si -respondí rápido, tratando de que no creyera que le mentía.

    - ¿Te pasa algo?

    - Si.

    - Estas demasiado cortante, y no pareces estar aquí.

    - Lo siento-dije con honestidad-, es que ... es mi brazo.

    - ¿Te duele?

    - No. Lo que ocurre es que ... bueno, huele extraño.

    - ¿Extraño?

    - Si, pero no es un olor malo, es que simplemente no es mi olor.

    - ¿Y como es este olor?

    Entonces yo le hice un gesto como para que se acercara a mi brazo, y una vez tomado entre sus manos, acercó su pequeña nariz a el.

    - Huele como a manjar -me dijo, riéndose.

    - Si, algo así, pero no es manjar, sino que algo parecido, algo acaramelado.

    - No es malo.

    - No, pero no es mio.

    - ¿Y, desde cuando te molesta?, creí que te encantaban las cosas que no son tuyas.

    - ...

    - Lo siento.

    - No importa -le dije.

    - ¿Cuando fue que apareció este aroma?

    - Fue esta mañana. Yo me encontraba en clases cuando una profesora llegó diciendo que debíamos hacer una ensayo PSU de historia...

    - Entonces ... -interrumpió el silencio que inconscientemente había dejado, mi mente no se encontraba ahí en ese momento.

    - Entonces me puse a responder la prueba y comencé a sentir un extraño aroma. Como a caramelo, o a manjar ... hasta por un segundo pensé en una calúga, pero no. No podía definirlo claramente, solo sabia que me desesperaba. Demoré un rato mas en notar que el olor provenía de mi mismo.

    - Que extraño.

    - ¿Que?

    - Que notaras que no era tu olor.

    - ¿Eso es extraño?

    - Claro, nadie sabe sobre su aroma, solo sobre el de los demás. Es como nuestras voces, conocemos las de los otros pero al escuchar la nuestra en una grabación, nos parece extraña. Lo mismo con los olores, nadie conoce el propio, por eso lo extraño de que te percataras.

    - Es que justamente eso era lo que me afectaba. Cuando lo descubrí intente continuar con la prueba, pero el olor se intensificaba y cada vez me parecía mas repulsivo. Me cambié de mesa pensando que podía ser algo en ella, pero el olor seguía sobre mi brazo y parecía esparcirse. En cierto momento no aguanté mas y salí corriendo al baño. Pasé toda el agua posible sobre mi brazo, y froté hasta que doliera un poco, pero ahí seguía. Cuando ya no supe que mas hacer, saqué el horrible jabón con olor a detergente que había en el baño, y froté lo mas fuerte posible. Y ahí quedo, un olor extraño, el caramelo ya se había ido, pero seguía siendo molesto, lo que quedó tampoco era mío.

    - ¿Que te molesta tanto de que no sea tuyo?

    - Quizás el saber que existen en nosotros cosas que no podemos definir claramente, pero que de todas formas son parte de nosotros, y que solo nos volvemos conscientes de ellas al saber lo que no son.

    - No entiendo.

    - Imagínate que te preguntaran cual es tu canción favorita, pero al no tenerlo claro, comienzas a nombrar todas las canciones que no son tu favorita.

    - Sigue.

    - Pero en algún momento te darás cuenta que no puedes escuchar todas las canciones del mundo, y que intentar saber cual es tu favorita nombrando las que no son, no tiene un sentido realmente.

    - Y no soportas eso, que no haya un camino correcto sin conocer el incorrecto, que tengas que conocerlos ambos y recorrer el equivocado por completo para recién comprender que era otro el camino, pero es imposible, el camino incorrecto nunca termina.

    - No, realmente me enferma.

    Ambos mantuvimos silencio, supongo que nos cuestionábamos cosas, como intentando comprobar lo que acabábamos de hablar.

    - ¿Y entonces, cual es tu olor?

    - No lo sé, pero se que no es caramelo.

    - ¿A que crees que huele un De Lefént? -me dijo, con un tono que parecía entre broma y serio.

    - A tabaco suave, a piel caliente ... sudada, a vodka, y a un libro nuevo.

    - Y no fue necesario que nombraras nada que no fueras.

    - No, quizás no, quizás solo es necesario conocernos bien ... quizás.

    - ...

    - ¿Y tu? -pregunté antes de que se marchara-, ¿a que crees que huelo?

    - A miedo, De Lefént, a miedo y caramelo.

  7. Un cuento en halloween.

    lunes, 31 de octubre de 2011

    Como otras veces, no alcancé a distinguir si realmente fue un sonido, si es que lo dijo, o si solo fue uno de sus místicos susurros, que parecían rebotar por mi cabeza.

    - Tanto tiempo, De Lefént.

    - Bastante.

    Era Sivel el vampiro, con su pelo castaño, su blanca y fina cara, y sus ojos esmeralda.

    - ¿Que haces acá? -pregunté, con un poco de miedo.

    - No te preocupes, no vine por ti ... bueno si, pero no por lo que tu crees.

    - ¿Entonces no planeas matarme esta noche?

    - No, al menos esta no.

    El aire pareció soplar mas fuerte. Juraría que un minuto atrás, un gran calor envolvía la casa, y repentinamente, una fría brisa hubiera aparecido, como cuando en un día de calor uno abre el refrigerador, buscando una cerveza.

    - ¿Que quieres?

    - Contarte unas historia, para que te diviertas este halloween.

    - La verdad estoy..

    - No seai mentiroso hueón, nunca haces nada, siempre estas en tu casa frente a alguna pantalla, teniendo ganas de hacer algo.

    - ...

    - ¿Empiezo?

    Yo asentí, a lo que encendí un cigarrillo.


    Ajenos.

    Era una noche bastante fría, y yo tenía hambre.

    En ese tiempo yo solía pasar las noches caminando, buscando casas con mujeres solas.

    A ella la había notado hace tiempo, siempre se encontraba sola en una casa roja de dos pisos, una que daba la impresión de ser una casa de gente bastante adinerada, pero que contrastaba con su profundo y triste rostro, el cual siempre parecía mostrar una enorme pobreza, una que va mas allá de las cosas, de esa que padeces cuando careces completamente de algo.

    Las noches de viernes y sábado, se veía salir a un hombre de la casa, en un gran jeep, y no volvía, hasta muy entrada la madrugada.

    - Es que sale con sus amigos -me decía, cuando notaba en mi rostro que yo me preguntaba hacia donde iba.

    Comenzamos a hablar casi una semana después de que supe de su existencia. Al principio, solo me acerque por el hambre, y como parecía ser una mujer solitaria, el camino mas fácil seria seducirla.

    Pero nunca pensé que estuviera tan sola.

    Se llamaba Gabriela, y al poco rato de yo acompañarla a regar el jardín delantero, me invitó a tomar el té, lo que me tomó por sorpresa. Su casa tenia hermosas cortinas de seda. En el enorme living, había una enorme mesa de roble, con dos sillas a cada extremo, que parecía inútil, pensando en que allí vivían solo dos personas.

    - Ella es Tania, me la regaló mi esposo, esta embarazada -me dijo, a lo que me mostraba una perrita cocker rubia, la cual cambiaba totalmente la actitud de Gabriela, sus movimientos se volvían finos, sus muecas sonrisas, sus ojos faroles que iluminaban la enorme y fría casa.

    Con el tiempo, ir a visitar a Gabriela se transformó en algo que disfrutaba, no tanto por su hospitalidad, sino por ver a esa persona alegre que se convertía cuando tenia a Tania entre sus brazos. Gabriela siempre usaba brillantes anillos de oro, collares de piedras preciosas, todo lo que había en la casa, y hasta la misma casa, eran regalos de su esposo, al igual que Tania. Gabriela parecía ser una muñeca de juguete, donde todo lo que la rodeaba eran accesorios, pero Tania, Tania era lo único que realmente la complementaba, quizás por el cariño que le daba, ese que las muñecas no conocen.

    Sucedió que una noche, la encontré triste en el patio de atrás, mirando a la coqueta Tania.

    - ¿Que ocurre?

    - Se los comió -me dijo, con una voz tan profunda que apenas pareció escucharse.

    - ¿Que?

    - Sus perritos, se los comió. Dio a luz ayer, había salido a dar una vuelta a la calle. Parece que otro perro toco a los cachorros, no los reconoció, se los comió.

    Eso fue lo ultimo que hablamos en mucho tiempo. Después de ese incidente, algo en ella se rompió, y lo poco de alegría que alguna vez vi en ella se esfumó, como si Tania se la hubiera comido, junto a sus cachorros.

    Pasaron los meses y una noche que caminé por fuera de su casa, la vi en el patio delantero, con un vientre enorme que chocaba con su delgada figura.

    - Estas embarazada.

    - Si, ya queda poco para que nazca.

    Ese día volvimos a hablar, y todo ese brillo que había perdido había vuelto, y se había intensificado. Como un enorme umbral que por primera vez, parecía iluminar a solitaria casa.

    Volví casi una semana después, y algo extraño le pasaba a Gabriela.

    - ¿Le pasa algo a tu hijo?

    - No.

    - ¿Te pasa algo?

    - ...

    - Gabriela -susurré, mientras le tomaba una de sus delgadas manos.

    - Me engañó -dijo, casi explotando-, me engañó, siempre me a engañado, siempre, todas estas noches, todos estos años ... todo esto es ajeno, nada de esto es mio, los anillos, los vestidos, los muebles, las joyas, todo era para otra, todo, todo lo que tengo ... todo lo que me dio ... nunca fue mio ... me engañó.

    Y otra vez la casa se volvía a apagar, y Gabriela se volvía a morir, dejando ese cadáver sin expresión que alguna vez había sido.

    La ultima vez que la fui a ver, ella ya estaba en el hospital, y acababa de dar a luz.
    Me escabullí por una ventana para entrar a su habitación, y ahí la encontré, muerta. Yo pensaba en si realmente vivía, y el escenario del hospital no ayudaba a diluir mis dudas.

    - ¿Como estas?

    Pero ella no respondía, como si no escuchara.

    En ese momento, sonó la puerta, y una enfermera le trajo a su hijo, un pequeño y blanco niño, con ojos perdidos como los de su madre.

    La enfermera salió, y por primera vez, Gabriela se molvió. Mecía al pequeño entre sus brazos y lo miraba, con ojos que parecían expresar algo, algo que no era alegría.

    - Gabriela...

    Intenté decir algo, pero entonces ocurrió. Lo tomo entre sus manos, y mirándolo con unos ojos que parecían reventar del dolor, apretó las manos y hundió sus dientes en el estomago del niño.

    Y en sus brazos, y en sus piernas, y en su cabeza.

    Y así, Gabriela fue pintando las sabanas de sangre, a la vez que mordía y desgarraba carne, sacando tejido por tejido, lamiendo los huesos y el estomago del niño, llenando la cama y el piso, de restos del que nunca fue su hijo.

    ____________________________ . ________________________

    Ambos guardamos silencio. Yo me quedé mirando a Sivel, pensando en si era verdad todo lo que había dicho, y tratando de encontrar en su rostro alguna expresión, una que me mostrara que sentía al recordar a Gabriela.

    - ¿De verdad ocurrió eso?

    - Hablas con un vampiro, De Lefént, tu decides en que creer.

    En ese momento sonó mi celular.

    - Sale a carretear -me dijo-, yo también debo ir a celebrar.

    Entonces saltó por la terraza, y moviéndose rápido y con elegancia, desapareció entre las sombras.

  8. No Olvides Ejercitar (Obra Dramática)

    miércoles, 19 de octubre de 2011

    El escenario es el cielo. El piso esta formado por nubes, al fondo se puede ver un enorme portón que emana un gran resplandor, y en la esquina delantera izquierda se destaca claramente una escalera mecánica.

    Escena 1.

    De Lefént; Mark Zuckerberg

    (La escalera funciona y de ella se baja Mark Zuckerberg)

    - MZ: (hablándose a si mismo) Where the hell am I?

    -DL: ¡Oye!, ¡tu, el de lentes!, ¡ven!

    - MZ: (se acerca inseguro) ¿Tu hablas español?

    - DL: Lo mejor que puedo.

    - MZ: ¿Y quien ser tu?

    - DL: Eso no es importante. Lo que ocurre es que San Pedro me cobró un favor, y yo tengo que vigilar el portón por un día hasta que el termine su asunto.

    - MZ: ¡Yo exigir hablar con portero católico!, merecer entrar muy rápido to the heaven, ademas, tener quejas.

    - DL: ¿Como cuales?

    - MZ: (molesto) Su escalera ser objeto muy obsoleto, necesitar actualización urgente.

    - DL: Mira sobre eso no puedo hacer mucho, ademas, es lo mas moderno que hay aquí arriba, lainstalo un tipo hace varios años y es lo ultimo, los tipos que inventan cosas modernas suelen terminar en el piso de abajo.

    - MZ: Pero yo ser muy bueno, yo unir gente con red social mundial, darles mejor comunicación.

    - DL: (molesto) No creo que eso sea del todo correcto, es mas, creo que sus aportes tecnológicos y su idea de conectividad no han hecho mas que arruinar la comunicación humana.

    - MZ: (furioso) ¿Estar diciendo que yo ser malo?, ¿Quien creerte tu estúpido latino inferior?

    - DL: Me creo el que decide si cruzaras esta puerta o no, así que te conviene quedarte callado.

    - MZ: ¿Pero porque odiar tu al pobre Mark?

    - DL: Por que por su facebook mi polola termino conmigo.

    - MZ: ¿Polola?

    - DL: Una novia, esas que uno puede poner que se encuentra en una relación.

    - MZ: Oh, a novia, claro. ¿Pero porque ser mi culpa que novia te dejara amigo nigga?

    - DL: Es que a ella le molestaba que una chica comentara en mi muro, y al final no soportó los celos y me dejó.

    - MZ: (pensativo) Creo que no ser mi culpa que novia tuya sea celosa, ademas, tu poder bloquear publicaciones para que polola no las vea y ...

    - DL: Ese es el problema.

    - MZ: ¿Cual?

    - DL: El que se pueda manejar la comunicación hasta el punto de ocultar cosas o tener el tiempo que uno quiera para responder. Si la gente se llegara a acostumbrar a eso, algún día tendrán frente a ellas a una persona, y la conversación no fluirá, por que no tienen la capacidad para mantener una, sin cranear por minutos cada respuesta que darán, y lo peor de todo, es que al igual que mi novia ... ex novia, creerán todo lo que aparezca en una pantalla, y no se dan cuenta que una vez que uno apaga el monitor, ese mundo deja de existir, y solo quedamos nosotros.

    - MZ: Pero no ser mi culpa que gente idiota olvide como hablar. Lo que yo crear es para que la gente sepa mas de la otra cuando se encuentre en computador, pero no para reemplazar comunicación real, porque eso no poder ser reemplazado.

    - DL: Entonces la comunicación virtual no es mala, sino que la gente viene mal, y tiene que recordar que no solo las palabras de amor y los abrazos las cosas que se pueden entregar solamente en persona, sino que todo lo que decimos, nuestros gestos, tonos de voz, movimientos, todo es algo único, que se pierde si no se ejercita.

    - MZ: Claro amigo nigga (se queda pensativo) ... y entonces, ¿puedo pasar?

    - DL: ¿Que?, ah, lo del cielo ... no.

    - MZ: ¡¿Why?!

    - DL: Porque no estas muerto, solo te traje aquí para putearte un poco, pero resultaste caerme bien.

    - MZ: (Enojado) !Tu, maldito latino!, pero la verdad como saber que estar vivo no estar muy molesto. Pero, entonces, ¿tu no estar haciendo favor a San Pedro?

    - DL: Claro que no, solo me encargué de que desapareciera un rato y esperé a que tu te quedaras dormido.

    - MZ: Tu ser gran mother fucker, nos vemos señor portero falso.

    - DL: Nos vemos Sr. Zuckerberg, ¿tomamos un vodka algún día?

    - MZ: Oh si claro, solo mandarme un mail antes.

    - DL: ...

    (Mark Zuckerberg baja la escalera y vuelve a su vida de empresario autista. De Lefént se va caminando entre las nubes, y cerca de donde estaba parado, se ve a San Pedro en el piso, con los brazos y piernas atados, una venda en los ojos y un calcetín en la boca)

  9. El hermano de Superman.

    lunes, 17 de octubre de 2011

    Hace mucho tiempo, conocí al hermano de Superman.

    El no llevaba ese horrible peinado, y por lo que sé, jamas usaría los calzoncillos por fuera.
    Ni usa capa ni lucha por la justicia: es mas, ni siquiera tiene enemigos.
    Cuando camina por la calle, saluda a todo el mundo, hasta a los que no conoce.
    Los días de lluvia, deja pasar a algunos perros a su pequeña casa, para que no se mojen.

    Ese es el hermano de Superman: un gran tipo.

    ¿Podrían creer que una vez, hasta lo vi pagar la micro?
    Tan amable era, que algunas veces invitó a Lex Luthor a tomar 11 y a comer huevos revueltos.
    Tan alegre, que ni viendo las noticias se deprimía.
    Tan bueno, que por alegrarlos, le contaba chistes a los pacos en las marchas.

    Pero por algún motivo, nadie lo conoce.

    Los que saben quien es, solo le preguntan por su hermano.
    Que cómo le fue en Marte, si detuvo ese asteroide,
    si son ciertos los rumores sobre lo de Batman y Robin...

    Él, orgulloso, contesta que le ha ido bien, que la tierra esta a salvo.
    Y la gente le dice que es afortunado de tener un hermano así.

    Pero nadie le pregunta ni siquiera su nombre.

    Cuando yo se lo pregunté, él no lo recordaba muy bien.
    Es que tanto tiempo a sido el hermano de Superman, que ya no recuerda quien fue.
    Y cuando le hablo de las cosas geniales que el mismo hace, me dice que quiere ser como su hermano.

    Y no es que esté mal, pero lo está.

    Es que si nos dejamos definir por los lideres, las masas, o los héroes, siempre nos sentiremos poco, y el sentirse poco, acaba volviéndote poco.

    Por eso, que cada vez que lo veo, lo llamo por su nombre (el cual no revelaré para proteger su identidad), le pido que me cuente sobre él, y cuando caminamos, la gente deja de mirar al hermano de Superman, y se fija en el tipo alegre, ese que cuida a los perros, y siempre lleva una sonrisa.

  10. Recoger servilletas.

    jueves, 13 de octubre de 2011

    No me gusta copiar los CD originales.

    No es que nunca descargue un disco, o que jamas haya bajado una canción de internet, es que a los CD originales no me gusta sacarles copia, como mucha gente hace, buscando cuidar el original.

    Quizás, es por que al copiarlo, algo se pierde.

    Algunos (los 1 o 2 que leen esto), se deben estar preguntando porque estoy hablando tanta hueá sin sentido a tal hora del día.

    Como casi todo, comenzó con una discusión, y como casi todas, fue con mi madre.

    - Deja de tirarme leseras, tu vay a aspirar mañana -me dice enojada, mientras yo le tiro bolas de papel hechas con servilletas.

    - Llora -le digo.

    - Crece -me contesta, cagandome por completo.

    - Dale color, si son bolitas de papel solamente.

    - Pero después yo las recojo, tu no hacis na'.

    - ¿Y?, ¿por tener que recogerlas me voy a perder la diversión de tirártelas en la cara?

    Luego de eso, reinó un profundo silencio en la mesa. Sabia que, si intenté decirle algo a mi madre, las ganas de huevearla me habían ganado, y no logre decir nada.

    Pero si algo quise decir, es que el no tirar las servilletas por que luego tendrás que recogerlas, es como quedarse con las ganas de amar a alguien, y no acercarse nunca, por miedo a fracasar, o a llegar a tenerlo y perderlo.

    Porque para eso son las cosas -y las personas- , para disfrutarlas al máximo, sin importar si te arriesgas a dañarlas o perderlas, o hasta a dañarte, o perder parte de ti, por que si no nos arriesgamos por las cosas que queremos, si no hacemos las cosas, realmente perdemos una parte de nosotros, esa parte que desea, y nuestras ganas se esfuman, y entonces no queda nada.

    Y la vida resulta ser como un CD nuevo, uno que que estaba lleno de bellas canciones, pero que nunca tocaste, ni viviste, por miedo a rallarlo.

  11. Me Siento Egoísta.

    lunes, 3 de octubre de 2011

    Aquí se entierran los que tienen mas money, osea, plata -decía con un entusiasmo y un humor que uno no esperaría del guía turístico de un cementerio.

    Era una visita guiada por el cementerio general, una ciudad muerta en donde la segregación no es tan distinta como la que se da entre los vivos. Pero ese no era el punto, el punto era que todo estaba bien, hasta que vi algo, algo que alguna vez creí real, que en otras ocasiones considere un , y que hoy se me presentaba como un fantasma.

    - ¿Y usted lleva mucho tiempo trabajando aquí? -le pregunté, intentando distraerme de lo que vi.

    - Unos 8 años ya.

    - ¿Que se siente pasar tanto tiempo con los muertos?

    - Puta ... nada, uno se acostumbra a las cosas y le dan menos susto nomas.

    - ¿Sustos?

    - Si po', ruidos, fotos, gente extraña, pasos, toas esas hueás.

    - ¿Usted cree en toda esas cosas?

    - ¿La verdad? -me dice, como vigilando que nadie lo escuche.

    - Claro.

    - No, no creo en niuna hueá de las que dicen, si al final, con pasar tanto tiempo entre los muertos, la gente de aquí se empieza a imaginar ruidos, pa no sentirse tan solos.

    - ¿Entonces no cree en los fantasmas?

    - No.

    - Entonces por...

    Pero dejé al hombre seguir haciendo su trabajo, y le evité tratar de responder una pregunta que le hubiera causado risa, ademas de desconcierto.

    - ¿Entonces porque la sigo viendo?

    Si, ella, la inconfundible Rosseta.

    No importaba lo que dijeran, yo la estaba viendo. Pero ella parecía no verme, o quizás ignorarme, o tal vez era como decía el guia: La imaginaba para no sentirme solo.

    Pero con Rosseta las certezas no existían, en el ámbito que fuese.

    Al rato de caminar por el lugar, el guía nos contó la historia sobre una hermosa novia que murió en el altar, y que en su tumba se le escribía para que ayudara a los problemas del corazón.

    Y yo le escribí.

    La seguí por la necrópolis hasta que llego el momento de irme, entonces la dejé de ver.

    .

    Unas horas mas tardes, yo salía de mi colegio, cuando me topé con un accidente. Mientras me acercaba a la escena, las cosas se iban haciendo mas claras: Mujer en el suelo, auto detenido, gente al rededor.

    Cuando me acerqué no distinguí por completo a las personas, pero logré percatarme de que algunos eran familiares de la mujer, que resulto ser una joven, probablemente de la misma edad que yo. Entre las personas que la rodeaban se encontraban unos profesores de mi colegio, los que trataban de ayudar de algún modo.

    - ¿Que le pasó profe? -pregunté al llegar al lugar.

    - Le pasó por encima, fue heavy el choque -me respondió con una calma fingida, que intentaba ocultar la rabia por la falta de ayuda, y la tardanza de la ambulancia.

    ¿Y saben?, yo no tengo claro el momento, si fue antes o después de la conversación, pero lo que podría jurar, es que en algún instante la miré, y ella me miró, y su cara parecía preguntarme quien era, que hacia yo ahí, por que me preocupaba.

    Pero mas que nada, vi dolor.

    Vi su blanco rostro en una quietud máxima, y sus ojos azules, los mas hermosos que he visto, parecían destellar como nunca debido al contraste del rojo que le dejó el llanto y el miedo.

    Y no puedo olvidar su rostro. Y quiero encontrarla, preguntarle si ya se encuentra mejor. Sobre todo, me siento culpable. Culpable por lo que le escribí en su tumba a la novia.

    "Desde la muerte ayúdame a olvidar, que no exista un dolor que sea inmortal".

    Es que me siento egoísta. Egoísta por sufrir por un fantasma de un amor, y por haber visto, en dos hermosos ojos, el verdadero dolor, y no uno inventado, no uno que imaginemos para no sentirnos solos.




  12. El Caminante.

    viernes, 30 de septiembre de 2011

    El Caminante camina.

    El Caminante no tiene fijo un destino.
    Para el no es importante el camino.
    Sino avanzar.
    Y no parar.

    El Caminante no deja huellas en su viaje.
    El solo camina.
    Aveces, de tanto caminar, se entierra espinas.
    Pero el Caminante no para, y deja el dolor correr con el día.

    El Caminante camina.

    El Caminante jamas se detiene, aunque aveces se tropiece.
    El tropieza, y hasta se cae algunas veces.
    Orgulloso se encuentra el Caminante; "levantarse de las caídas es bueno", dice la gente.
    Pero no es bueno, el Caminante lo sabe, y vuelve a caminar velozmente.

    El Caminante tropieza por las grietas que del suelo nacen.
    El sigue caminando, y deja atrás los conflictos que lo atrasen.
    Solo si tal vez hubiera pensado en arreglarlas, y no en seguir caminando, el seria mejor.
    Pero no lo hace.

    El Caminante camina.

    El Caminante ha caminado mas que nadie.
    Y a pesar de tantos caminos, pocas veces, se ha detenido a mirar las estrellas.
    A el mismo se dice, "no tengo tiempo de fijarme en ellas", pero se miente.
    Y sigue su camino, gastando suela.

    El Caminante por lógica, no puede mirar hacia atrás.
    Eso significaría detenerse, y el Caminante no puede parar.
    Tal vez por eso, al Caminante le cuesta tanto olvidar.
    Y de las cosas bellas que tras de si dejó pasar, no logra dejar de pensar.

    El Caminante se encuentra cansado.
    Cansado de caminar.

    El Caminante se cansó de una carrera sin meta.
    El Caminante se cansó de jamas llegar.
    El Caminante se cansó de espinas y grietas.
    El Caminante se cansó de no olvidar.

    Pero el Caminante camina.

    Es que ese es su deber, y aunque piense en hacer otra, no puede.
    Porque de tanto Caminar, de tanto no mirar al pasado.
    De tanto tropezar sin solucionar nada, ni haber un destino encontrado.
    Olvidó como detenerse.

    El Caminante camina.

    El Caminante ya no puede mas, el dolor lo lastima.
    Y no son sus piernas, ni sus pies llenos de espinas.
    Es que el caminante mas que nadie, sabe sobre dolores que van mas allá del cuerpo.
    O del pensamiento, o de la razón.

    Es que el caminaba creyendo que caminado, tomaría fuerza y valor.
    Pero tanto caminar, nunca le quito el dolor.
    Solo le endureció la piel.
    Y al final se tubo que detener, habiendo gastado su vida.

    En un sendero que no supo correr.



  13. La Manada.

    jueves, 29 de septiembre de 2011

    Antes que nada, quiero comentar que si desaparecí por tanto tiempo, es que tengo buenos motivos para ello. Pero no es el momento de explicar el porque de esta desaparición, aunque quizás pueda comentarles algunas cosas de mi situación actual.

    Lo primero, por ser lo que me tiene encabronado el día de hoy, es la relación con mis padres, personas con las que convivo día a día. Lo cierto es que aunque no entraré en detalles, la relación es pésima, motivo por el cual quiero dejar este lugar en el menor plazo posible.

    - ¿Y porque te querís ir de tu casa? -me pregunta un compañero de colegio.

    - Porque no soporto a mis viejos.

    - Pero hueón si son los que te crían, los que te pagan la comida y el colegio y todas las hueás que tenis.

    - Si pero ese no es el asunto.

    - ¿Entonces cual es?

    - Que ellos quieren para mi cosas que son para otros.

    - ¿Como que?

    - Un futuro exitoso, relaciones tranquilas, dinero, trabajo, mucho trabajo ...

    - Pero eso es por lo que se tiene que preocupar los papás, de tu futuro.

    - Pero yo no quiero ese futuro, no quiero ser parte de esa sociedad, donde se muere trabajando ... no la entiendo.

    - ¿Y que queris entonces, ser un salvaje, vivir con los lobos en los cerros y comer carne cruda?

    Yo hice una risa falsa y me marché, no soportaba tener que aguantar una conversación con una versión adolescente de mi madre.

    Cuando salí del colegio, caminé pensando en que inventaría para llegar un poco mas tarde a casa, pues lo cierto es que siempre lo hago. De pronto, sin saber como, llegué a un bosque.

    - ¿Hola? -grité al vacío, esperando una respuesta.

    Esperé un poco, pero no parecía haber nada en ese bosque. Cuando por lógica di la vuelta para salir por donde entré, me di cuenta que debía haber tomado un camino muy extraño, pues no encontraba la salida de aquel lugar.

    Al no encontrar que hacer me senté sobre un tronco caído, mientras jugaba con los rayos de luz que atravesaban las hojas de los arboles en las alturas.

    Escuché algo ... movimiento.

    Entonces apareció un lobo de pelaje castaño ante mi, posando bajo los destellos que caían de los arboles. Era pequeño, y no parecía estar en posición de ataque. Me acerque a el lentamente para hacerle cariño, aunque la verdad, era porque siempre había querido tocar a un lobo.

    Pero sin previo aviso me vi embestido por otro lobo inmenso que con su cuerpo echó al pequeño atrás. Intente pensar en algo, pero el lobo mayor ya se encontraba sobre mi, estampandome contra el suelo sobre sus dos patas frontales, y enseñándome los colmillos. Y en esos momentos uno dice; vamos, ¿que puede ser peor? y es entonces cuando aparece detrás de el lobo que te tiene entre el colmillo y el suelo todo el resto de la manda, y te preguntas; ¿porque pregunto hueás?

    Pero como muchas otras veces, la suerte jugó a mi favor.

    Un par de conejos pasaron junto a mi y a la manada, y enseguida estos últimos corrieron tras los conejos y los dejaron libres.

    Entonces corrí hasta perderme otra vez.

    Cuando al otro día volví a la escuela, le conté todo lo ocurrido al mismo compañero.

    - ¿Viste? -me dice con aire victorioso-, te dije que no se podía vivir así.

    - ¿Así como?

    - Como los lobos, como seres salvajes que se abalanzan sobre otros.

    - Te confundiste de personaje.

    - No entiendo -me dice.

    - No son los lobos los salvajes que se abalanzan sobre otros, somos nosotros.

    - ¿De que estay hablando?, si esos casi te matan.

    - Pero es porque yo no soy un lobo.

    - ¿Y que tiene eso que ver?

    - Que yo no era parte de ellos, yo era una amenaza. Me estaba acercando a la cría, al pequeño del grupo, y por eso otro me atacó.

    - Bueno quizás eso fue tu culpa, ¿pero que hay del pobre conejo?

    - Es que el tampoco era un lobo.

    - Obvio que no po saco e' huéa, pero esa conducta animal que tu buscas no es posible en una sociedad como la de nosotros.

    - No, es peor. ¿Querí saber porque hueón? porque los lobos se protegen entre ellos. Se comen a los conejos, atacan a los humanos, pero no a los lobos. Esa es la diferencia con nosotros los no-lobos, que siendo todos iguales, nos atacamos entre nosotros, nos ponemos las garras contra el cuello para obligar al otro a hacer algo, hasta que se nos va la vida en ello. Como la sociedad que te coloca entre la espada y la pared para poder sobrevivir en ella, y tu trabajas hasta que se te va la vida, para mantener un sistema que no entiendes. Entonces dime, ¿es tan diferente al lobo que pone a un humano entre los colmillos y el suelo ?

    - El problema en lo que dices es que las personas no nos matamos entre nosotros.

    - ¿Acaso no ves las caras en e metro, en la micro?, ¿o te tus propios padres al llegar del trabajo? ¿no alcanzas a sentir ese cansancio que llevan, esa vida que dejan?, ¡y somos nosotros! nosotros somos los que no hacemos nada por cambiar eso, y nos seguimos comiendo entre nosotros y distanciándonos mas, en vez de seguir juntos y protegernos como una manada.

    El resto de la conversación no lo recuerdo claramente, pero debo haber repetido "los lobos no se matan entre ellos" una enorme cantidad de veces.

    Lo que si recuerdo claramente es haber visto a mi compañero darme la espalda y dirigirse a su siguiente clase, dando brincos y moviendo sus largas orejas y su pequeño rabo para todos lados.

    Una presa fácil.

  14. Lluvia ... y relaciones de mierda.

    domingo, 28 de agosto de 2011

    Nadie puede decir que no, ya que alguna vez (y eso es una exageración, ya que pasa muy a menudo), todos hemos conocido a esa pareja.

    Esa detestable pareja.

    Son dos personas que llevan una relación en constante desequilibrio. Dos personas con abrumadoras cifras de "te amo" al día, cifras que solo se comparan a su cantidad de peleas semanales.

    Esa detestable pareja que mantiene el patrón de: pelear, terminar, volver, estar bien, pelear, estar a punto de terminar, reconciliarse, estar bien, pelear, terminar, volver ... y así en un orden que varía según el tiempo que lleven.

    Resulta que yo me demoré mucho en percatarme de que un amigo mio era una de esas personas, y cuando finalmente lo descubrí, le pregunté sobre el tema.

    - ¿Y como estay con la Isi?

    - Bien, bien, ¿y tu?

    - ¿Con la isi?

    - Si conchetumadre ... con tu mina po

    - Ah ... no, no tengo.

    - Es difícil creerte esa huea a vo, además, ¿que paso con esa que siempre andabai llamando? ... Ro...

    - Rosseta.

    - Si, ella, ¿no pasa nada?

    - No, ya no nos vemos mucho.

    - ¿Y porque?

    - No todos somos tan buenos en estar tanto tiempo con una sola persona, supongo.

    - Es que a la Isi yo la amo, esa es la diferencia.

    - Si ... pero mira, no te lo tomes a mal, no es de mala onda, pero tratare de ser directo.

    - Dime...

    - Es que ... su relación se ve ... como la callampa.

    - ¿Porque hueón? -dijo, alzando la voz

    - Porque no sé, pasan peleando; siempre están discutiendo, eres muy celoso, ella también ... no sé, no entiendo como pueden seguir juntos.

    - Porque nos amamos.

    - Hasta el amor se aburre de que lo tengan pa el hueveo...

    - No es eso, pero es normal que las parejas peleen, ¿no?

    - Si eso esta bien, pero no que sea lo constante.

    - Tampoco peleamos todos los días...

    - ¿Como cada una semana entonces?, y no son peleas suavecitas...

    - Es que es algo necesario.

    - ¿Porque?

    - Porque así nos desahogamos cada cierto tiempo. Nos guardamos las cosas generalmente, pero llega ese momento donde peleamos y toda esa mierda sale, porque ... puta, no tengo que explicarte que es necesario que la mierda salga.

    - No pero tu y tu polola no son un sistema digestivo ... o un culo.

    - Me refiero a que todo eso malo hay que sacarlo cada cierto tiempo, y luego, solo queda el amor, el se encarga del resto.

    Aunque la analogía de la mierda parecía tener sentido, no me convencía del todo, y es que, aunque la idea de "relación" que tengo, no sea la ideal (ni la mas sana), no cabía en mi que en esta el discutir frecuentemente fuera un requerimiento básico.

    Les cuento todo esto, porque hace unos días llovió. Si, se que no es nada fuera de lo normal, pero me hizo acordarme de mi amigo y su novia.

    Ellos dos me recordaban un poco al cielo de Santiago. Casi siempre estaban "bien" aunque se encontraban bastante contaminados. Cada cierto tiempo discutían, y cualquiera pensaría "bien, paremos esta mierda, no quiero contaminarme mas", pero no, ellos dejaban que la lluvia despejara toda esa contaminación, y todo parecía estar bien de nuevo, pero nadie barría el suelo. Entonces toda esa mierda volvía a subir a subir al cielo, hasta el punto que fuera necesario otra lluvia, y así siempre seguirían, acumulando mierda y volviendo a despejarla, hasta que algún día uno tuviera valor y se atrevería a barrer sus calles, a limpiarse, por fin descontaminarse.

    Pero eso pocas veces pasaba, bajarse del cielo a ensuciarse las manos no es fácil. Ni para ellos, ni para mi, nunca lo a sido.

  15. Eterno.

    martes, 23 de agosto de 2011

    Era yo pequeño, en esos tiempos en que aun me dejaba abrazar por mi madre.

    Estábamos de vacaciones en alguna ciudad del norte (la cual no recuerdo por mi corta edad). Lo único que recuerdo es una pequeña conversación, y un inmenso cielo estrellado que parecía extenderse hacia la eternidad. Entonces le pregunté:

    - Mamá, ¿hasta donde llega el cielo?

    - Es infinito.

    - ¿Que es eso?

    - Que no terminan nunca, no tienen un fin, son eternas.

    Y aunque no comprendí del todo lo que intento decirme ella, no me importó, y seguí mirando a las estrellas.

    .


    Partiendo por lo poco que se de matemáticas, se entiende que cuando cero se divide por cero, el resultado pasa a ser infinito o indefinido.

    - No tiene solución -decía mi viejo, mientras me intentaba explicar algo que ya no recuerdo.

    Entonces entendemos que hasta en una ciencia dura como las matemáticas existen problemas que no tienen solución.

    Ahora empecemos.

    ¿Se han detenido a pensar en todo lo que aprendemos en nuestra vida?

    Aunque no lo parezca, y la mayoría intente no hacerlo, es mucho. Día a día aprendemos algo nuevo, pasando por como llorar para llamar la atención de nuestros padres, tomar un tenedor, meternos a la ducha, hablar, comer, besar, ignorar, manipular, o cualquier otra acción que le acomode. Pero en cierto momento de nuestra vida, pasamos a entender el "aprender" por la aplicación del conocimiento y la búsqueda de respuestas, el cual en nuestro sistema, se mide con puntajes y notas.

    Y con el tiempo, estas mismas cosas son las que nos van quitando las ganas de aprender, y ya no somos como cuando pequeños, como esa vez en que aprendimos a leer, ¿recuerdan como inventábamos leer todo?, libros, publicidades, letreros, ¡todo! ... por que nos gustaba.

    Eso se debía tal vez, a que nadie nos exigía respuestas, respuestas que hasta el día de hoy, sigo sin encontrar.

    Es entonces que vuelvo hacia atrás, a terminar la conversación de la cual adjunte una frase de mi padre en el inicio.

    - No tiene solución -decía el, luego de haber estado resolviendo cerca de 15 minutos un ejercicio que parecía infinito.

    - ¿Entonces?

    - Ahí esta el resultado, ese es, infinito.

    - ¿Pero como?, eso no es un resultado.

    - Eso es, hijo.

    Pero yo no deje de sentirme insatisfecho. No tenia sentido, "infinito", mierda, eso no era una respuesta, eran infinitas respuestas, ¿que sentido tenia una respuesta que no resolvía nada?

    Eso pensé, hasta que me di cuenta que no era necesaria. Que no todo tiene solución en la vida, ni si quiera lo que debiera, que siempre habrán mas preguntas que respuestas, y que el sistema que odié por cambiar mis ganas de saber, me había terminado cambiando.

    Lo que intento decir, es que no se dejen. Que intenten ser como cuando eramos niños, que aprendan por que quieran y no porque se los impongan, que cuenten con los dedos si eso les ayuda, que no se concentren en saber que es un diptongo ni que es un teorema, porque por mucho que lo parezca, no otorgan verdaderas respuestas, y si las otorgan, no serán a tus preguntas.

    Que vuelvan a ser como cuando mirábamos las estrellas, y nos maravillábamos sabiendo que eran infinitas, y que jamas las podríamos contar.

  16. El instructor en la cima (intento de obra).

    lunes, 22 de agosto de 2011

    En el fondo se encuentran pistas para esquiar, un andarivel, muchas personas y turistas con joyas en la nieve. En la parte delantera del escenario, se encuentra De Lefént con un amigo, y al rincón, un instructor de esquí.

    Primera Escena

    De Lefént: (indeciso) ¿Bajemos por esa pista?

    Amigo 1: Vamos po' negro culiao (ambos se dirigen hacia el rincón)

    Instructor: ¿Chicos, van a tomar clases?

    De Lefént: No, gracias (amablemente)

    Amigo 1: Ya, vamos (a lo que a De Lefént se le cae un bastón)

    De Lefént: Espera hueón (intentando recoger el bastón, sin conseguir éxito)

    (Entran unos niños pequeños que parecen no entender lo que pasa, ni porque están en la nieve y no en el colegio, y delante de ellos, una profesora.)


    Segunda Escena

    Profesora: Estos son todos.

    Instructor: ¿Tan pocos?, pero si tengo 15 inscritos para clases de esquí.

    Profesora: Pero estos son los que llegaron.

    Instructor: (Molesto) bueno.

    (Mientras el instructor le grita a los niños para que aprendan, De Lefént y su amigo continúan intentando recoger el bastón del suelo, aun sin éxito)

    Instructor: (Irónico) Tantos niños que faltan a las clases y después andan esquiando sin saber siquiera agarrar los bastones ...

    De Lefént: Siempre eh sido mi propio maestro y en consecuencia, mi mejor alumno.

    Instructor: (Riéndose) Si, se nota.

    Amigo 1: (Acercando el bastón a los pies de De Lefént) ¡Agarralo negro!

    De Lefént: ¡Lo tengo! (grita con aire victorioso)

    Instructor: (Riéndose malvadamente) Ya era hora.

    De Lefént: Si, lo hice solito ... y eso que a mi no me pagan por niño que asista a la clase.

    (Entonces el Amigo 1 se hecha a reír, y el Instructor intenta disimular su humillación. Se da vuelta y ve a los niños jugando con bolas de nieve, todos sin esquís. Finalmente, De Lefént reflexiona en que siempre se a comentado que la gente de mas arriba trata mal a los que vienen de mas abajo y en que solo les importa lo que ganaran de eso, pero el espectador nunca se enterará, ya que De Lefént nunca lo dijo, y todos están demasiados concentrados mirando el culo de una turista brasileña)

    Cae el telón.

  17. Señora Directora.

    viernes, 19 de agosto de 2011

    Señora Directora:

    Antes que nada, disculpe si es que en realidad su cargo no es el de directora, pero a mi parecer, ese era el nombre adecuado. Junto a la comunicación que mando mi madre excusando mi inasistencia el día de ayer (la cual explica con un pobre "motivos personales"), quise agregar esta carta a modo de respuesta de la charla que nos dio a mi y a mis compañeros el día de hoy.

    No se ofenda, ni se sienta atacada; al contrario, es solo una respuesta a la pregunta que nos formuló a mi y a mis compañeros.

    - ¿Que les pasa?

    Esa creo que fue, buscando entender el porque de nuestro mal rendimiento, de nuestra falta de esfuerzo, y creo que la respuesta logró casi ser unánime: no hay motivos.

    Si, no tenemos ganas. Estamos cansados, algunos mas que otros, otros solo están aburridos, y algunos, como yo, simplemente no tenemos un motivo que nos haga seguir queriendo estar ahí. Yo se que usted, al igual que muchos otros, esta preocupada; preocupada por nuestro desinterés, por nuestra ausencia de metas, de planes, de sueños, pero aunque no lo crea, en mi caso personal no es nada grave.

    Puede ser, señora directora -reitero mis disculpas si ese no es el caso-, que mi falta de planes a futuro, mi perdida de ganas, mi ausencia de sueños, parezca algo terrible en una persona de mi edad y mi condición, pero no es así.

    ¡Y no!, no tengo ni una puta idea de lo que haré de aquí a algunos años, y la verdad, ni siquiera mañana, pero si se, a diferencia de muchos, porque asisto cada día a su respetable institución.

    Para que mis padres no molesten, y yo pueda seguir cantando.
    Para poder sentir el viento a la salida, y leer un libro en casa.
    Para en las noches poder escribir, y en algunas otras emborracharme, y vomitas mis sabanas.
    Para poder enamorarme sin que nadie pida un porque, y para poder estar con mujeres que me quieran.
    Para poder brindar con mis amigos, y no hacer nada en matemáticas.
    Para rayas las mesas en las pruebas, y lograr suspensiones.
    Para sacar un cigarro por cada ridícula vuelta de esa ridícula unidad de educación física.
    Para poder disfrutar todos estos años, haciendo creer a todos que preparo un futuro.

    Esas son mis anti-metas, y es lo único que puedo ofrecerle señora directora. No crea que estoy siendo irreverente, o rebelde, pues la verdad no creo tener la astucia ni el valor para ser alguna de esas cosas, solo soy un alumno mas entre la masa de desmotivacion que maneja, y lo único que deseo, es que nadie me moleste.

    Me disculpo si es que le parece que me estoy burlando o atacándola, pero créame, que es de las pocas mujeres que han tenido la fortuna de recibir solo palabras sinceras de mi parte.

    Como ultimo punto, se que intenta guiarme por un camino, y de verdad se lo agradezco, pero no lo haga, pues no tengo idea de que sera lo que haré mañana, y honestamente, creo que usted tampoco.

    Se despide

    De Lefént.

  18. El Heroe.

    jueves, 18 de agosto de 2011

    "Vemos a alguien en problemas y desearíamos poder ayudar, pero no lo hacemos.
    En el mundo en el que vivo, los héroes solo existen en los cómics.
    Supongo que estaría bien, si los malos que nos acosan también lo hicieran, pero no es así"
    Kick-Ass


    Iba yo tarde, como pocas veces.

    No encontré ningún paraguas, por lo que me puse un gorro para evitar la lluvia, unos cigarros para el frío, y las monedas que encontrara para la micro. Cuando salia de la casa, mire al cielo para ver las nubes, y por un instante, creí ver algo como una estrella fugaz, como una estela brillante, una flama en los cielos ... pero no había nada.

    Estaba ya en la micro cuando se subieron extraños seres

    - ¡Permiso Tío! -dijo uno de los tres subían

    - Pasen hueónes barsas ... -dijo a voz baja el chofer, como en señal de una pequeña protesta

    - ¿Que hueá dijo el viejo culiao? -preguntó uno

    - ¿Dijo algo el hueón? -agregó otro con rabia, mientras dejaba sonar su celular con su melodiosa música por todo el lugar.

    - Deja al viejo hueón, que nos diga alguna hueá.

    Casi una escena de pelicula; el chofer se dejaba encoger de hombros para no meterse en problemas, los "chicos malos" abusaban, el chico que observaba y se debía levantar y hacer justicia -yo- estaba en posición.

    Pero nada pasó, en la vida real no existían los héroes, y si llegaran a existir, yo no era uno.

    - ¿Y vo que mirai pokemon?

    - ¿Yo?, nada, la nieve -hasta ese momento no me había percatado que todo fuera de la micro era blanco.

    - Te meo pokemon culiao -decía, mientras se iba a la parte trasera de la micro (unos estudios basados en mi opinión y en lo que yo pienso, indica que estos seres tienen una extraña atracción por las partes traseras de las micros, quizás por el olor a humo y orina que acostumbran a sentir entre ellos)

    - Señores pasajeros mi intención no es molestarlos, pero quiero pedirles una coperación para comprarles audífonos a los flaites de atras ... -me dije a mi mismo, como una especie de pequeña protesta, imitando al chofer.

    No me di cuenta cuando se acercó, pero lo que si sentí, fue un enorme golpe en la cabeza.

    - ¡Te creis muy chistoso engendro culiao!

    Fue entonces que me percaté de que -como normalmente ocurre- no había hablado para mi, y había pensado en voz alta.

    - !Ya bájense todos los hueones! -dijo el chofer, encontrando en mi la excusa perfecta para deshacerse de sus amorosos pasajeros.

    Otro héroe... -pensé

    Cuando estaba ya abajo, en lo único que pensaba era en que no tenia plata para otra micro y en que era lo que tenia que hacer, pero aun quedaban cosas por resolver.

    - ¡Gracias engendro culiao! -escuché, antes de sentir el golpe en la cara, uno bueno, por cierto.

    De ese momento en adelante, todo fueron golpes. A unos cuantos metros a mi derecha se encontraba un paradero lleno de gente, a mi izquierda, un local con casi 5 personas comprando, a mi espada, una calle donde por cada golpe que recibía pasaban 11 autos.

    Y nadie se detuvo.

    Al tiempo que descubría mi increíble resistencia a los golpes y pensaba en como salir de allí, algo calló del cielo.

    Era un joven, un poco mayor que yo; con el pelo negro, la tez clara, una camisa manga corta roja a cuadros, unos jeans con hoyos, un piercing, e inmensas llamas saliendo de sus piernas y brazos.

    Cayó al suelo y corrió en dirección al tipo que se encontraba en frente mio, derritiendo la nieve que irrumpía su paso. Cuando lo tubo enfrente, lanzo su puño llameante contra la cara del tipo, dejándolo en el suelo. Los otros dos ya habían salido corriendo para cuando logré reaccionar.

    - ¿Estas bien?

    - Eh estado peor -le respondí-, gracias.

    - De nada.

    - En la mañana creí ver una llama en el cielo ... ¿eras tu?

    - Si, es que no me gusta mucho irme en micro al colegio, y aveces me voy así.

    - ¿Vas al colegio?

    - Obvio, algo tendré que estudiar, no creo que de superheroe me paguen mucho.

    - Lastima ... ¿y eso es lo que eres, un superheroe?

    - Bueno no se si un superheroe, pero cuando puedo ayudar lo hago.

    - ¿Y como conseguiste tus poderes?

    - Es una historia larga, y la verdad, ni tan interesante.

    Yo observaba las huellas que dejo en la nieve, en como la había derretido al pasar.

    - ¿No te asusto?

    - No, a todos nos gustan los superheroes.

    - Si pero ... no soy normal.

    - Una vez conocí a un vampiro, tampoco me dio mucho miedo.

    - Entonces creo que ninguno de los dos es normal -dijo al tiempo que sonreía- Bueno, ya me tengo que ir, cuídate, y trata de hacer que los flaites no te maten.

    - No prometo nada.

    El chico se preparaba para volar cuando le lancé una pregunta.

    - ¡Oye!

    - ¿Si?

    - Porque ... ¿Porque ayudas a las personas?

    Mi flamante nuevo amigo se quedó un rato pensando, hasta que contestó.

    - ¿Conoces a Spider-Man?

    - No en persona, pero si.

    - ¿Sabes por que pelea?

    - Por lo que le dijo su tio Ben.

    - ¿Y Batman?

    - Por la muerte de sus padres.

    - ¿Y Superman?

    - Creo que por lo mismo.

    - ¿Y el Punisher?

    - Venganza.

    - ¿Lo entendiste?

    - No.

    - Todos ellos tienen algo por que luchar, un motivo.

    - ¿Y? -pregunté desconcertado.

    - Que no es necesario tenerlo. Que no tiene que ser una gran responsabilidad, ni una venganza, ni una redención, ni por que hirieron a un ser amado el motivo por el cual hagamos lo correcto. No tengo un motivo para ser un héroe, no debo tenerlo, de eso se trata talvez ser un héroe ... luchar y arriesgarse por los demás, por el simple hecho de que es lo correcto.

    - Ahora entiendo.

    - Todos tienen la idea de que se necesita una gran convicción, o un gran poder para ser héroes, pero si todos decidiéramos hacer lo correcto por que es lo correcto, quizás todos podríamos ser héroes, y entonces, serian los villanos los que solo existieran en las historietas y películas.

    Entonces el se hecho a correr, y en unos instantes, se volvió una llama en los cielos. Yo recogí mi mochila, y al ponérmela, pensé en ella como una capa, mire la calle, di unos pasos, y comencé a volar. Al poco rato caí a tierra, pero lo sigo intentando, cada día, hasta que logre alzar vuelo, y de a poco, comenzar a ser un héroe.

  19. La Isla de Los Sueños (Parte 1).

    miércoles, 17 de agosto de 2011

    Fue el día que mas cerca del mar estuve.

    El viento soplaba al punto exacto entre suave y fuerte, y mi pelo se movía mientras yo hundía mis pies en la arena.

    - Esta húmeda -dije, sin darme cuenta que pensaba en voz alta.

    Iba a sacar un ultimo cigarro cuando me di cuenta que el ultimo que había sacado, efectivamente había sido el ultimo.

    Decidido a irme, mire una ultima vez la puesta de sol.

    - No va a llegar ... ni siquiera existe, como los sueños -me encontré diciendo nuevamente en voz alta.

    Pero quizás, como toda historia, se entienda mejor si es que la cuento por el inicio.




    Fue una de esas pocas veces en que me acerqué al mar, por que algo tiene que me ahuyenta.

    Yo daba vueltas por la arena, y hacia como que miraba lo que ofrecían las ferias artesanales (de las cuales tengo la teoría de que se encuentren al sur, al norte, en la costa, o en la capital, siempre enseñan lo mismo).

    - Consulte nomas joven -me dijo una anciana, con una voz calmada

    - No gracias, estoy mirando nomas -e intente esbozar una sonrisa

    - ¿Te gustan los colgantes? -lanzó al tiempo que observaba los que llevaba a mi cuello

    - Si, bastante la verdad.

    - Creo que tengo algo que te va a gustar.

    Antes de que pudiera encontrar la manera mas cortés de pedirle que no buscaba nada, la anciana abrió una caja con cubierta de cuero y comenzó a enredar sus delgados dedos entre los cordeles de un montón de collares y colgantes que guardaba en la caja. Dentro albergaban miles de piedras de distintos colores, y casi daba la impresión al ver sus largos y delgados dedos entre las piedras, de que era un pulpo moviendo sus tentáculos por el coral.

    - Toma -me dijo decidida- este te va a gustar.

    Y si que tenia razón la vieja. Era una piedra semi transparente (como estas de vidrio que se encuentran de adorno en las casas) de un anaranjado cálido que parecía haber guardado una puesta de sol dentro de ella. No tenia una forma concreta, si se observaba detalladamente, no era mas que una piedra ordinaria, pero cuando la veías fijamente, por un instante, casi podías sentir un sol de enero.

    - ¿Que piedra es esa? -fue lo único que logre articular

    - Es una piedra de la Isla de Los Sueños, muy difícil de encontrar.

    - ¿La Isla de Los Sueños?

    - Si, cuenta una historia que existe una isla donde se encuentran todos los sueños de las personas, todo lo que siempre han deseado.

    - Señora ... ¿usted a visto muchas veces los piratas del caribe?

    - No, solo persigo mis sueños, algo que parece hacerte falta.

    Ambos nos quedamos en silencio. Ella buscaba mi mirada, como intentando encontrar mi reacción, yo solo miraba la piedra ... la puesta de sol.

    - Dicen que cuando te estas acercando a la isla, toda el agua parece tomar el color de estas piedras. Los que han llegado cuentan que a la puesta de sol, parece que el astro rey se hubiera desmembrado, y que sus partes se hubieran hundido en el mar, reflejándose en cada parte de este, brillando desde las profundidades.

    - Pero, ¿y de donde sacan las piedras?

    - Están al fondo. Tienes que hundirte al mar y llegar hasta lo mas profundo, entonces, toma una piedra, y cuando vuelvas a la superficie, la podrás ver brillar ... y será tuya.

    Pensaba en lo ridículo que sonaba todo; los sueños, las piedras brillantes ... pero cuando volvía a fijar mis ojos en ella, parecía que todo fuese real, como una suerte de romance, en el cual todo te parece ridículo hasta que logras sentirlo.

    - Entonces ...

    - ...

    - ¿Te la llevas?, son dos lucas.

    Creo que eso mato un poco la magia del momento.

    - ¿No se supone que debo yo conseguir la mía?

    - Claro, solo si es que crees en los cuentos de una vieja que vio muchas veces los piratas del caribe.

    Sonreí.

    - Entonces, ¿como llego?

    - Hay un viejo marinero que pasa con un gran bote cada cierto tiempo, recoge a los que quieran ir a buscar sus sueños. Lo puedes encontrar en la puesta de sol, por el lado de la playa donde la arena siempre se siente húmeda.

    - ¿Y si no llega?

    - Entonces quizás todo esto fue un sueño.




    Aquí me encontraba, decidido a marcharme, pensando si es que todo había sido un sueño, y en la utilidad de estos.

    - Deja de soñar, De Lefént -me dije

    Y Cuando me disponía a darle la espalda al sol, lo escuche llegar.

    Así fue que empezó.


  20. Las plumas.

    domingo, 14 de agosto de 2011

    Me encontraba en Curauma, un lugar descrito por mis anfitriones como un "pueblo-nada-zona" de Valparaiso. Cuando iba allá no hacía mucho, generalmente nos quedábamos jugando videojuegos todo el día y aunque no suene como lo mas divertido, toda esta falta de movimiento tenía algo que me encantaba.

    Nos llamaron a almorzar, y mientras bajabamos las escaleras, una criatura negra y peluda comenzó a jugar con mi pierna.

    - ¡Bianca, sale! -escuché la voz de mi amigo, a la vez que tomaba en brazos a la pequeña Bianca y la llevaba al patio trasero.

    - ¿Bianca?

    - Si, la compramos un poco después de que se muriera la Diana.

    - Ah...

    El día que murió la Diana yo estaba acá. Despertó muerta, cuando mis amigos la fueron a ver pareció que a nadie le importaba, y cuando su madre les preguntó si querían otra perra uno de ellos respondió:

    - ¡Que chucha!, ¿acaso si se muere la abuela vamos a comprar otra?

    Y ahí estaba, un reemplazo.

    Nos fuimos sentando, y mientras servían un plato que no recuerdo que tenía, mi tía se dio cuenta de que miraba demasiado a la pequeña Bianca.

    - Bonita para ser una kiltra.

    - Si, es simpática.

    - Es que nos hacia tanta falta compañía desde que se fue la Diana.

    - Si ... supongo que por eso no eh tenido mascotas.

    - ¡Pero si tu tuviste mascota! -interrumpió mi vieja

    - ¿Cual?

    - Una catita.

    - ¿Esos pájaros?

    - Si po

    - ¿Y cuando me compraron eso?

    - No te la compramos. Erai chico, un día jugabai en el patio y llegó la cata, tu fuiste a buscar una caja de zapatos y la atrapaste, luego te la quedaste. Me acuerdo que también le compraste una jaula y ahí la tuviste en tu pieza.

    - ¿Y después?

    - Se murió.

    - ¿Como?

    - Porque esos pájaros se mueren si no están en pareja.

    - ¿Enserio?

    Todos rieron.

    - Como no sabis eso hueón, con razón se te murió -exclamó alguien, entre risas.

    Pero yo pensaba en como la soledad podía matar a algunos animales, y en nosotros como animales.

    - ¿Y si yo la hubiese dejado libre no se hubiera muerto?

    - Quizás -respondió un amigo-, las Catas buscan una pareja y se quedan con ella hasta morir, pero mueren muy jóvenes si no encuentran a la pareja.

    - Que apasionados.

    - Que biológico.

    Entonces todos nos retiramos de la mesa, y volvimos arriba.

    Jugué un rato, pero me quede dormido rápido, como sin ganas de seguir despierto.

    Empecé a soñar contigo.

    - ¿Que pasa, idiota?

    - Nada, solo quería verte...

    - Tan llorón que saliste.

    - ...

    - Yo también quería verte -susurraba, mientras me dedicaba una sonrisa.

    - Hoy me contaron que tenia una cata y que ...

    - Se murió sola.

    - Si, y me preguntaba, si es que eso le puede pasar a las personas.

    - ¿Y porque la pregunta? -mientras me lanzaba una mirada coqueta.

    - Por que yo creo que me voy a morir de soledad, como la cata.

    Entonces Rosseta comenzó a reír, como si fuera lo mas ridículo.

    - No te vay a morir de soledad, no eris un pájaro ... no entero al menos -dijo mientras reía-, nadie se muere de soledad.

    - Pero y si ...

    - Pero y si nada, no te va a pasar nada hueón.

    - Bueno.

    Entonces desperté, y todos dormían. Miré hacia la ventana y supe que ya era hora de ponerme en pie, cuando ya lo estaba, sentí algo en mi espalda.

    Una pluma.

    Mire a la cama y ahí estaban: un montón de plumas verdes ... mis plumas.

    Las tome una a una y las guarde en mi bolsillo, por si un día me atrevía a levantarme, y pegarlas a mis brazos, salir de mi jaula ... ir a buscarte.

  21. Rosseta.

    miércoles, 27 de julio de 2011

    Era mi primer día de vuelta de vacaciones, y honestamente, no tenia ganas de absolutamente nada ... excepto de lo que vendría.

    Iba en la micro ya que había tenido que pasar a un mall a ver algo sobre un viaje del que espero no tener nada que contar (aunque probablemente terminaré haciéndolo). Pero volviendo al tema, iba en la micro cuando las horas jugando Wii el domingo por la noche pasaron la cuenta, y me quedé dormido.

    Juraría que tenia algún sueño muy bueno, pero no lo recuerdo, no recuerdo casi nada, excepto su voz

    - Hola idiota- una voz alegre.

    - ¿Ah? ... -yo balbuceaba, estaba despertando ... y babeado.

    - ¡Despierta! -a lo que sentí un beso en la mejilla- ¿no me dices a mi que soy la dormilona?

    Entonces, cuando supe quien era, desperté por completo; todo mi cuerpo despertó, y ese gran sueño se esfumó, como si los sueños hubieran dejado de importar.

    - Rosseta -y mi voz sonó alegré, casi un grito, como la de ella.

    - ¿Y tu que hacis aquí enfermo?-dijo, mientras me corría hacia un lado y se sentaba en el asiento de la ventana.

    - Nada, estaba en mall, y ahora voy a mi casa a ... seguir haciendo nada - y le sonreí, mirando su largo pelo negro y liso que llegaba hasta su cintura.

    - Tan pajero ... ¿y como va la vida?

    - Tranquila.

    - ¿Tranquila?

    - Ya no soy como antes, a diferencia tuya -sonriendo

    - No todos nos ponemos fomes -me dijo en un tono burlesco

    - Ya cállate idiota

    Y comencé a hacerle cosquillas, y ella no aguantaba y reía tan fuerte como siempre, como si no le importara que toda la gente nos viera ... no, no le importaba, ni a mi tampoco, nada nos importaba.

    - ¡Ya!, ¡me estrasai hueón!

    - Pero te quiero.

    - Yo también imbécil -y hubo una sonrisa mínima de su parte- pero la venganza por las cosquillas no te las quita nadie.

    Y como un lobo que se posa sobre su presa, en un segundo estuvo frente a mi, apoyando sus brazos sobre los mios, y mordió mis labios.

    Los mordió fuerte, quería que me dolieran, que lo sintiera.

    Entonces yo mordí los suyos, y ella devolvió otro aún mas fuerte, y así seguimos, desgarrando los labios del otro, mordiendo cada vez mas fuerte ... el lobo atrapó a la presa, y no me di cuenta cuando todo se volvió un beso.

    No sé si alguna vez les a pasado ... que abren los ojos en medio de un beso, y con nuestros ojos pasando de la obscuridad, la luz da a todo un matiz mas bello. En ese momento miras a la otra persona, y de una forma que no puedo explicar, también te miras a ti ... y te preguntas, ¿porque hago esto?, ¿porque abrí los ojos?, y te das cuenta; lo haces para descubrir si es verdad, si no es un sueño. Y sigues con los ojos abiertos, pero no lo distingues, porque nada parece real, no importa cuan abiertos estén tus ojos, todo es demasiado hermoso para no ser un sueño.

    Eso me pasó.

    Cerré los ojos a al vez que me apoyé en su mejilla. Sentía su cuerpo palpitar, como si un ritmo fuese, como un canto, como una canción de cuna; entonces dormí

    Cuando volví en mi, me encontraba solo en el terminal. Abrí los ojos, y la misma luz bañó mi misma cara.

    Pero todo parecía real, y nada, ya nada era bello.

  22. Mario no entiende.

    miércoles, 20 de julio de 2011

    Sentí un olor a tierra en la cara, y comencé a reaccionar de a poco. Mi cuerpo comenzó a despertar lentamente, y cuando finalmente logré abrir mis ojos, dejé escapar unas palabras:

    - ¿Que mierda?...

    No tenia ni puta idea de donde estaba. No recordaba porque estaba durmiendo en el piso, y me veía demasiado decente como para que esto fuera producto de una borrachera, ni siquiera tenía la boca seca. No, no era el alcohol, no era la noche, era algo más.

    Decidí apagar mi mente por un rato.

    Realmente no lo decidí, simplemente, todo en mi se volvió un enorme silencio. Fueron mis ojos los que silenciaron todo, cuando comenzaron a mirar a su alrededor.

    Por todos lados había bloques hechos de ladrillos. Habían sectores verdes y por ellos paseaban enormes tortugas y todo tipo de criaturas extrañas. A lo lejos, se podían observar verdes montañas con formas falicas (nunca pensé que iba a usar la palabra falica enserio) las cuales poseían dos negros ... ¿Ojos?

    Si, ojos. Parecía que todo tenía ojos: las nubes tenían ojos, las montañas tenían ojos, hasta el sol llevaba una puta sonrisa enorme y unos lentes de sol, y por algún motivo, eso no me pareció tan raro en ese momento.

    - Que mierda ... ¿que fumé?

    Y mientras intentaba recordar un anoche del cual no estoy seguro si realmente existió, sentí unos pasos a mi espalda, y para cuando logre darme la vuelta, ya estaba demasiado cerca.

    Una gorda criatura color café que casi me llegaba a la cintura se encontraba justo a mi lado. Tenia una forma casi triangular, pero redondeado en las puntas; llevaba dos enormes ojos bajo otras dos enormes cejas arqueadas, y de su enorme boca, presentaba dos blancos colmillos que salían hacia arriba. Se acercaba rápidamente hacia mi, este era el momento, tenía que actuar, tenía que hacer algo, y como todo el valiente que soy, decidí echar a correr. Cuando me disponía a dar la vuelta, una sombra paso por sobre mi.

    Entonces el cayó sobre el monstruo, el cual quedo completamente aplastado; y vi su gorra roja, y su overol azul de mezclilla, y sus zapatos cafés, y su enorme nariz.

    - ¿Tu eres ... ?

    - ¡Mario!

    Confirmado, alguna mierda rara me fumé anoche, yo creo que hongos, quizá así todo esto tuviera un poco de sentido. De todas formas, aquí estaba, en el Mushroom Kingdom, junto a un gordo fontanero italiano, el cual deja notar demasiado su acento.

    - ¿Y quien eres tu?

    - ¿Yo? ... De Lefént.

    - ¡Mama Mia!, que extraño nombre.

    - Si, es que no soy de aquí.

    - ¿Vienes de el mundo 8?, una vez vi a un tipo parecido a ti en la cuarta etapa.

    - No, no, vengo de ... otra dimensión ... creo, o algo así, en el fondo, vengo de un lugar completamente diferente.

    - ¿Como, no hay mundos y etapas que pasar?

    - No la verdad, solo muchos lugares por los que tienes que pagar para visitar.

    - ¡Tallarines!, ¿y que hacen entonces?

    - No sé, la gente trabaja, estudia ... trabaja, ve tele.

    - ¿Tele?, ¿que es tele?

    - Una caja en donde vez las vidas de otras personas para así no detenerte a ver tu vida.

    - Mario no entiende ...

    - Yo tampoco amigo.

    Caminamos un rato por el camino de bloques, y mientras yo observaba este extraño mundo que me rodeaba, el seguía con sus preguntas.

    - ¿Y en tu mundo la gente no recoge monedas de la calle?

    - La verdad si, mucha, pero sin saltos ni golpeando bloques, solo se las piden a otras personas.

    - ¿Y esas personas de donde sacan las monedas que dan?

    - Se las ganan en trabajos supongo.

    - ¡Mama Mia!, pero que raro mundo es el tuyo.

    - El tuyo no se salva, no es algo muy lógico ir saltando por la vida y aplastando monstruos sin ningún motivo.

    - ¡Pero yo si tengo un motivo, una meta, debo encontrar y salvar a la princesa! -me dijo, sacando el pecho y sintiéndose orgulloso de su noble misión.

    - ¿Para que?, si siempre la vuelven a secuestrar. Ademas, ni si quiera están juntos.

    - ¿Entonces en tu mundo la meta es encontrar una princesa para estar juntos?

    - No ... bueno, creo que aveces.

    Se que su pregunta fue totalmente inocente, pero aun así, algo tubo que me amargó.

    - ¿Entonces tu meta no es encontrar y salvar a una princesa?

    - No, la verdad, creo que necesito una princesa que me salve.

    - Mario no entiende ...

    - No importa, ni yo lo entiendo muy bien.

    Seguimos caminando por el extraño paisaje, lleno de vida y ojos por doquier. Luego de ese ultimo tema, ambos permanecidos callados por un largo rato, pero a Mario algo no le había quedado claro, algo no le encajaba.

    - ¿Y que se hace todos los días en tu mundo?

    - Bueno una persona se supone que debe ir al colegio a...

    - ¿Colegio?, ¿que canellotis es eso?

    - Es un lugar donde te enseñan cosas y te hacen pruebas sobre esas cosas.

    - Ah... ¿y luego?

    - Vas la universidad, que es como el colegio, pero mas difícil.

    - ¿Y ahí termina el juego?

    - No, luego hay que tener un trabajo, que es como ir a la universidad, pero mas dificil, y sin aprender nada, solo pruebas.

    Mario llevó su mano cubierta por un guante blanco a su cara, y por su pose, asumí que se había puesto a pensar.

    - Entonces nuestros mundos no son tan diferentes.

    - ¿Porque?

    - Por mucho que valla a salvar a la princesa, siempre lo tengo que hacer de nuevo. Ahora la iré a rescatar, ¿y luego?, ¡lo mismo!, pero en modo difícil, y uno piensa que ahí acaba la cosa pero no, tienes que hacer lo mismo pero con una vida, ¡una vida! ... y así, siempre es lo mismo, pero cada vez mas difícil ... como si no hubiera una meta, como si no hubiera un final.

    Y es que, probablemente, no había meta ... ni final.

    Mario siguió saltando por doquier y lanzando caparazones de tortuga por todos lados, hasta me ofreció una pluma.

    - Toma, si la usas tendrás una capa y podrás volar, yo me quedare con el hongo, que se usa para crecer.

    - Que extraño.

    - ¿Que?

    - En mi mundo son los hongos los que se usan para volar.

    - Mario no entiende ...

    - No importa, dame eso -y le sonreí

    Me preparaba para alzar vuelo, cuando mire hacia el frente y vi como una de las caparazones rojas que tiro Mario rebotaba en una tubería verde, y se dirigía hacia mi.

    - Mierda.

    Cuando volví a abrir los ojos me encontraba en mi habitación, dormido en mi sillón, con el control de Wii en las manos y una vieja versión de Mario, quizás el primero, en la pantalla del televisor.

    Comencé a apretar botones y a jugar, y entonces, lo dejé de hacer.

    Y me pregunté porque lo hacia, porque quería llegar hasta el final, pero no encontré respuesta. Entonces, deje el control a un lado, y mire a Mario, al Mario pixeliado de la pantalla, y esperé.

    Dejé de apretar los botones, esperé a ver que hacia cuando no lo movía, espere a ver si se atrevía a seguir aplastando monstruos o si solo quería volver a ser un simple plomero, o si le dejaba todo el trabajo a su hermano Luigi, o si se atrevía a enamorar a su princesa.

    Pero no hizo nada.

    Y eso me decepciono un poco, pero le di una oportunidad. Después de todo, quizás como todos, el no sabe cual es su meta, y solo necesita tiempo, tiempo para conocerse, para encontrar su meta, y saber si de verdad quiere pasar su vida cada vez mas difícil, o si quiere enamorar a su princesa, o simplemente, mandar todo a la mierda y ponerse su capa, para volar y buscar estrellas.