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  1. Gugo.

    lunes, 19 de noviembre de 2012

    Fue hace un par de años, aunque también empezó hace algunos días.

    Partiendo desde atrás, fue en una banca fuera de un mall, una tarde linda que ya oscurecía. Acababa de perderla -si es que alguna vez la tuve-, y me sentía triste.

    Me senté en un columpio, y lloré.

    Quemé algunos cigarrillos, conté algunas estrellas, y lloré otra vez.

    Escuché una voz a la vez dulce y chillona:

    - Mami quiero un gugo.

    La madre no le quería comprar su jugo, y la sentó en el columpio que estaba a mi lado.

    - ¡Quiero mi gugo!

    La niña siguió gritando hasta que bajó del columpio, y comenzó a llorar, dando vueltas por todos lados. La madre me miró y me sonrió, yo le devolví la sonrisa.

    - Las leseras por las que lloran los niños -Me dijo, con un tono alegre mientras miraba a su hija.

    Yo me limpié la cara, dejé de llorar y me fui.

    Pocas veces volví a llorar, aunque incluso lo intenté. Manosee mis recuerdos, estrujé la memoria, exprimí cada fibra de mi corazón, busqué sentirme mal cuando debía, pero no pude, quizás, porque no había nada que exprimir.

    Ahora si, fue hace algunos días.

    Trabajaba de empaque en un supermercado, y a mi espalda, una niña lloraba por un helado. Entonces, el señor que pagaba miró la niña, y luego me sonrió a mi.

    - Los niños...

    Puse sus cosas en una bolsa y le dije:

    - Los niños lloran por cosas que pueden conseguir, mientras nosotros lloramos por lo que no podemos tener ... Al final, ¿quien es mas sabio? 

    El señor no supo responderme, me pasó 100 pesos y se marchó.

    Nunca nadie supo responderme.

    Y así fueron pasaron los años, y no lloré jamás. 

    Marcharon amigos, dolores, amores, y yo no dije nada.

    Como un tapón en las arterias, algo detuvo todo. Dejé lagrimas dentro, se fueron acumulando. Siguió pasando el tiempo, y yo me había vuelto un pozo séptico, llenándome de agua estancada, agua hedionda a mierda, agua que ya se había perdido.

    Pero al menos, era agua mía.

    Siguió pasando el tiempo

    Sigo sin saber que vale la pena.
    Sigo sin saber quien es mas sabio.
    Sigo sin saber donde está mi gugo.

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