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  1. Esposas (Hay veces).

    lunes, 12 de agosto de 2013

    Resulta que una vez terminé esposado sobre un retén móvil.

    No es importante el porque, sin embargo. 

    Unos días antes yo veía una película antigua donde mis abuelos, y en eso salió un tipo esposado adentro de un bar. Pensé en que se sentiría estarlo, en si habría alguna forma de escapar. Días después comprobaría que no.

    Mientras estaba sentado adentro del retén no pensaba mucho, ni muy claro. Pensaba en que se había arruinado un día perfecto, y en que tenía que salir rápido de esto, y solo, tenía que hacerlo solo. También pensaba en que estar esposado dentro de un bar debía ser más divertido, no como la jaula en la que estaba. Dejé mis esposadas manos sobre mis piernas, tomándose fuerte la una a la otra, como con nervios, como con cariño, como con miedo, como con espera.

    No fue nada grave, el tema se solucionó rápido, e incluso fui desesposado una vez llegado a la comisaría.

    Me senté unas horas esperando que me dijeran que harían conmigo, mientras recordaba al tipo esposado en el bar. El tenía mala suerte, había formado parte de una pelea por accidente, en una situación que resultaba casi cómica. Yo, yo lo había pedido a gritos, me lo había buscado; había invocado a esa nube negra que por tantos años había caminado sobre mi, esa que me puso una correa, y que me lleva por donde ella quiera, esa que hace años me había convertido en su mascota, en su perra, en su puta.

    Debió ser entonces cuando miré mis manos: estaban sobre mis piernas, aferrándose como en la más fría ventisca.

    Pero las esposas se habían marchado hace horas.

    Y claro, esta historia pudo haber tenido miles de conclusiones, pero yo prefiero dejarla hasta aquí. 

    Hay veces que pienso que toda la vida llevamos las manos de la misma manera.

    Que la vida es una pelea en un bar, una de la que nunca quisimos formar parte, y de la que probablemente salgamos mal.

    Veces que nos damos cuenta que vivimos esposados, sin ver nuestras cadenas.

    Y hay veces, sin embargo, que sigo intentando escapar.

    Y creo, que de a poco, se van aflojando.

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